Querido
Hermano Templario, mira a Cristo venciendo a Satanás, y pide a tu divino
capitán, Jesús, no ser nunca engañado ni vencido por el enemigo de tu alma.
Considera
Hermano cómo se atrevió el demonio a tentar a Cristo para que no te
desconsueles si te hallares tentado, y para animarte con su ejemplo a sufrir y
guerrear hasta vencer al enemigo.
La primera
tentación de Cristo fue de gula. Pues mostrando Cristo hambre, le acometió
Satanás con la tentación de la gula, como el capitán que bate la fortaleza por
la parte que ve flaquear el muro; y así, mostrando tu hambre por satisfacer
cualquier pasión desordenada, enseguida por ahí te acometerá Satanás. Cristo
vence con la confianza en Dios, que empeñó su palabra de no desamparar a los
suyos en las necesidades; confía en su bondad, que no te dejará en las
tuyas.
La segunda
tentación fue de presunción. Considera como llevó el demonio a Cristo al
pináculo del templo, y allí le persuadió que se arrojase desde él, confiando
con vana temeridad que Dios enviaría a sus ángeles para que le llevasen en
palmas y no se hiciese mal.
Aprende las astucias del demonio y no te dejes
engañar de sus lazos; huye como Cristo de la vanagloria y presunción con
verdadera humildad si quieres salir vencedor de las tentaciones. Nunca vencerás
si presumes de ti con temeridad o te pones en peligro de alma y cuerpo contra
la voluntad de Dios.
La tercera
tentación Hermano, fue de soberbia. Desde el templo llevo el demonio a Cristo a
un monte elevado, y le ofreció, si le adoraba, todas las honras y riquezas del
mundo. Considera que fuerte arma es la codicia de los bienes temporales y el
afán de los honores, pues confía en ellos el demonio para poderle vencer, no
habiendo podido con las otras tentaciones; guarda tu corazón libre de su
afición, por que no caigas en sus lazos. Mira como las despreció Cristo, y
llora tu flaqueza y tu malicia, ya que tantas veces has hincado la rodilla
delante del demonio por intereses humanos. Hermano con
la humildad de Cristo huyó el demonio derrotado.
Resistele tú con valor y huirá
de ti; y vendrán los ángeles enviados de Dios y te coronarán con la
Victoria; gózate de ver a tu Capitán coronado de este modo. Pídele gracia y
fortaleza para jamás doblar la rodilla ante ningún ídolo, y ser esclavo y
soldado de solo Dios, nunca del demonio, del mundo, ni de la carne, porque tú
eres un Templario.
Fr. ++++ José Miguel
de Nicolau y González
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM