Para un
mundo informado sólo por los ojos de la carne, Semana Santa apenas representa
un espacio de "reflexión y purificación de la memoria".
Alguno más
piadoso, quizás, sólo concentre la mirada en la fiesta de la Resurrección,
obviando implícitamente los sufrimientos inenarrables de la Pasión y de la
Cruz.
La ciencia,
por su parte, se empeña en "desmitificar" la tradición y la fe,
confundiendo con fraudes y engaños a los fieles poco instruidos con
sensacionalismo barato. La prensa corre con gran parte de la responsabilidad al
difundir semejantes sandeces y medias verdades. Con el correr del tiempo, es
verdad, muchas de las "impresionantes revelaciones" caen en el olvido
o el descrédito, pero en el corazón de las personas queda la sensación de
desacralización. Un caso típico ha sido el montaje para científico y
manipulador del Santo Sudario.
¿Cuántos
ilusos aún repiten con tono seguro las irresponsables afirmaciones que la
prensa se apresuró a divulgar sobre supuestos descubrimientos de fraude en el
Santo Sudario de Turín? Evidentemente ninguno de estos personajes conoce los
dictámenes de la ciencia profesional que concluyó certificando la autenticidad
de la preciosa reliquia. Valga como referencia la conversión de investigadores
tras el proceso de estudio y verificación.
Pero como
el escándalo vende, aún queda quien asegure que se trata de una invención
medieval realizada por medio de complejos procesos holográficos para producir
el efecto 3D cuando en el siglo XIX se mirase el negativo y se ampliaran, por
ejemplo, la zona de los ojos y se observase sobre ellos monedas romanas del año
30 según la costumbre local.
De todo eso
y mucho más deberemos soportar cada Semana Santa, repetidos ad nauseam por
todos los medios de comunicaciones esmeradas en entrevistar desconocidos
expertos en negar todo lo afirmado y en afirmar todo lo negado.
Las
preciosas reliquias de la Pasión
Un silencio
revelador es el que se hace en torno a todas las reliquias que se conservan de
la Pasión. ¿Quien se ha enterado de su existencia o ha recibido la sugestión de
visitarlas y venerarlas con piadoso amor?
La
cristiandad cuenta con decenas de ellas. Todas son testimonios ciertos de la
veracidad histórica de los Evangelios y obligan - forzosamente - a darles
aceptación. Cosa aparte es la rebelión a la consecuencia que ello implica, esto
es, la suprema virtud y verdad que de ellos emana y la necesidad de seguir a
Cristo a riesgo de la condenación eterna.
Examinemos,
en tanto, el glorioso panorama que nos ofrece la Santa Iglesia, Maestra
infalible de la Verdad y depositaria de tan ricos dones.
Las
columnas del Templo de Jerusalén
El
magnífico templo que había en Jerusalén cuando murió nuestro divino Redentor
fue destruido, y según el sagrado vaticinio pronunciado por sus labios
sagrados, no quedó piedra sobre piedra. Constantino el grande hizo trasladar
doce columnas de este templo destruido, para que se colocaran delante de la
Confesión de San Pedro; hoy en día aún se ven ocho debajo de la magnífica cúpula
del Vaticano, dos en el altar de San Mauricio, dentro de la capilla del
Santísimo, y otra en la cámara inferior de la capilla della Pietá, que según la
tradición es en la que estuvo apoyado el divino Jesús cuando de edad de doce
años disputó con los doctores de la Ley.
Columnas
del velo del templo
El velo del
templo de Jerusalén, que se rasgó en dos partes al morir nuestro divino
Salvador, era sostenido por dos columnas, las cuales hoy día se conservan en el
claustro de la basílica de San Juan de Letrán, en Roma.
Mesa
de la Cena
La mesa, en
la cual el amabilísimo Jesús celebró la última Cena e instituyó el adorable
Sacramento del altar, se conserva y venera en la misma basílica de San Juan de
la Cruz.
Plato
de la Cena
Se conserva
uno en la santa iglesia de Génova
Toallas
De las que
sirvieron, tanto para lavarse las manos al Salvador como para enjuagar los pies
a sus Discípulos, se conserva una parte notable en la citada basílica de San
Juan.
Asiento
Del que, en
forma de cama, sirvió a nuestro amable Jesús en la última Cena, se conserva una
gran parte en la capilla llamada Sancta Sanctorum, en Roma.
Cáliz
El precioso
cáliz de que se sirvió nuestro divino Redentor al instituir el augustísimo
Sacramento del altar, tiene la imponderable dicha de conservarlo la santa y
metropolitana Iglesia de Valencia: todos los años se coloca en el Monumento.
Monedas
que recibió Judas
Se
conservan tres en la catedral de Génova, y una en la basílica de Santa Cruz de
Jerusalén, en Roma.
Cenáculo
Ocupado
hasta mediados del siglo XX por los musulmanes, este lugar, uno de los más
santos en la tierra, puede ser visitado bajo las condiciones impuestas por el
gobierno que actualmente rige Tierra Santa. Los cristianos pueden visitarlo y
ganar las preciosas indulgencias concedidas por los romanos Pontífices a
cuantos orasen en tan santo sitio.
Huerto
de Getsemaní
Tanto la
gruta en donde oró nuestro divino Redentor, que se conserva en su estado
natural, como algunos de los olivos, que se cree son los mismos que existían en
tiempo de la Pasión del Señor, están bajo la custodia de los ejemplares hijos
del patriarca de Asís, en Jerusalén.
Piedra
del torrente del Cedrón
Habiendo
prendido al Señor, y llevándolo a la casa de Anás, al pasar por el torrente de
Cederrón, la tradición dice que tiraron al Señor al fondo del torrente, dejando
impresas las huellas de sus pies, rodillas, manos y cabeza sobre la durísima
piedra que aún hoy se muestra a los peregrinos.
Cuerdas
con que fue atado el Señor
Un pedazo
importante se conserva en España, en la basílica del Escorial, y otro en
Italia, en la catedral de Anaghi.
Casa
de Anás
En el lugar
donde estuvo esta casa hay una iglesia y convento, ocupado por monjas armenias.
Casa
de Caifás
En el lugar
en que estuvo hay una iglesia, cuidada por los armenios: en ella se ve un
calabozo muy reducido, en donde pasó algunas horas nuestro divino Salvador:
allí mismo había una columna en la cual estuvo atado, y es la que hoy se venera
en Roma, en la iglesia de santa Práxedes. En el altar que hay en el fondo del
ábside de esa iglesia se ve la piedra que se puso a la puerta del sepulcro del
Salvador.
Lienzo
con que vendaron los ojos al Señor
Se venera
una parte en la iglesia de San Francisco á Ripa, en Roma.
Pretorio
de Pilatos
El lugar en
donde estaba hoy día también estuvo ocupado por los musulmanes, pero los fieles
ya pueden visitarle y ganar indulgencia plenaria orando allí.
Escala
Santa
Se llama
así la que estando en el pretorio de Pilatos fue santificada y regada con la
sangre de nuestro amable Salvador: tiene veintiocho gradas; se conserva en
Roma, en la iglesia que lleva su nombre. Los fieles la suben de rodillas.
Columna
de la flagelación
La
principal parte se conserva en Jerusalén en la capilla que los Padres
Franciscanos tienen en el Santo Sepulcro; pero se veneran partes muy notables
en las principales basílicas de Roma, en la basílica del Escorial en España y
en la iglesia de San Marcos de Venecia.
Azotes
Se veneran
en la catedral de Anagni y en la Iglesia de Santa María in vía lata en Roma.
Corona
de Espinas
Se venera
en la Santa Capilla de Paris, pero sin espinas que han sido distribuidas por
toda la cristiandad: en Roma son cerca de veinte las que reciben veneración
pública: las iglesias que tienen más son las de San Marcos y Santa Praxénedes,
las cuales conservan tres. En el Vaticano hay dos; en San Juan de Letrán una,
etc. En España son muchas las que reciben veneración en diversas iglesias: en
el Escorial se veneran once; Barcelona tiene la dicha de venerar varias, y en
el célebre santuario de Montserrat se custodian dos.
Clámide
Se conserva
parte en las iglesias de San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San
Francisco à Ripa, en Roma.
Columna
de los improperios
Se conserva
en la iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén.
Arco
del Ecce Homo
Hoy día se
ve gran parte de él en la magnífica iglesia que el celoso misionero Alfonso
María de Ratisbona levantó en Jerusalén para las monjas de Sión, tras su
conversión desde el judaísmo por gracia de Nuestra Señora.
Santa
Faz
La
tradición común es que fueron tres las imágenes que quedaron en el velo de la
Verónica, pero son muchísimas más las que se veneran en la cristiandad. Las
auténticas son: la que se venera en Roma, en la basílica de San Pedro; en
España, en la catedral de Jaén, y en Venecia, en la iglesia de San Marcos. Las
demás, aunque milagrosas, son tenidas como facsímiles o tocadas al original.
Puerta
judiciaria
Aún se ven
en Jerusalén restos de esa Puerta, por donde pasó el divino Salvador yendo al
Calvario.
Columna
de la sentencia
Frente a la
puerta judiciaria se ve hoy, guardada por los Padres Franciscanos, la gran
columna donde, según la tradición, tuvieron a nuestro divino Salvador mientras
hacían los preparativos para crucificarle.
Vestidos
de Jesús
La túnica
inconsútil se conserva en Argenteuil. Estudiada y contrastada con el Santo
Sudario, las heridas coinciden y corroboran los relatos de la Pasión. Se guarda
una similar en Tréveris, Alemania. El manto se repartió por la cristiandad,
pero se conserva un importante trozo en la catedral de Anagni.
La
santa Cruz
Pocas
reliquias se han propagado por toda la tierra como la perteneciente al árbol
santo en donde murió nuestro Redentor, pero de un modo especial se conservan
aún partes insignes en las basílicas de San Pedro y santa Cruz de Jerusalén, en
Roma; en la catedral de Anagni se venera también un pedazo muy notable, y en la
cual se ve aun uno de los agujeros que se hicieron al crucificar a nuestro
divino Salvador.
Clavos
La
tradición enseña que fueron tres los que tuvieron suspendido al Salvador del
mundo: uno entero se conserva en Santa Cruz de Jerusalén, en Roma; otro en la
capilla del Palacio Real de Madrid, y otro se ha distribuido a diversas
iglesias de la cristiandad. Además de esos clavos, se veneran otros que también
eran de la cruz pues los brazos de la misma estaban clavados y el I.N.R.I.
también.
I.N.R.I.
La
principal parte se halla en la basílica de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma;
en san Juan de Letrán y en San Marcos de la misma ciudad santa se ven pedazos
notables.
Esponja
La
principal parte se venera en la Santa capilla de París, pero se conservan
partes en la basílica del Escorial, en España, y en las de San Juan de Letrán,
Santa María la Mayor y Santa María Transtévere, en Roma.
Lienzos
que cubrieron al Señor estando en la cruz
Se veneran
en San Juan de Letrán y en San Marcos, de la misma ciudad eterna.
La
Lanza
Esta, sin
la punta, se venera en San Pedro de Roma: la punta, según afirma el Papa
Benedicto XIV, desde el tiempo de San Luis se conserva en la Santa capilla de
Paris.
Sangre
y agua
Es de fe
que del costado se nuestro divino Salvador salió sangre y agua : entre las
reliquias más insignes que se exponen a la pública veneración en la santa
ciudad de Roma, se encuentra parte de la sangre, y agua que salió de su sagrado
costado después de muerto, se conserva en la basílica de San Juan de Letrán. En
la de San Marcos se expone un velo que se embebió en la misma sangre y agua.
Piedra
de la unción
Se venera
en Jerusalén, en la iglesia del Santo Sepulcro.
Santo
Sepulcro
Dios ha
querido que permaneciera en Jerusalén, siendo bajo todos los conceptos el
sepulcro más glorioso que ha habido y habrá sobre la tierra. Muchas iglesias se
glorían de tener pequeñas partes de tan glorioso monumento.
Sudarios
y lienzos del Señor en el Santo Sepulcro
Según la
costumbre que tenían los hebreos al embalsama, varios eran los sudarios y
lienzos que empleaban: así parece deducirse del evangelio de San Juan. En la
iglesia de San Juan de Letrán se conserva uno de esos lienzos en que estuvo
envuelta la cabeza del Señor en el Sepulcro. En las iglesias de San Marcos, de
San Francisco á Ripa y en el Escorial, en España, se veneran partes de otros
lienzos; pero los santos sudarios de Turín en Italia, Besancon en Francia y
Santo Domingo de la Calzada en España, son los que de modo especial han sido
venerados y admirados siendo el de Turín el que la ciencia certificó como
autentificable por las notables corroboraciones históricas y prodigiosas
cualidades del santo tejido.
Reflexión
final
Si la
emoción embarga nuestros corazones al contemplar la riqueza y significación de
la presencia de tales reliquias, sólo cabe extender nuestro amor y comprensión
a un paso más. Y es ineludible.
¡Cuánto
daríamos en este momento por ser trasladados - como Daniel al etíope - hasta
cualquiera de estas reliquias! ¡Con qué gusto pasaríamos horas de rodillas
venerando esos preciosos recuerdos del Salvador, que acaso fueron bendecidos
por el roce de su tacto o que contienen parte de su Divina Sangre!
Y
olvidamos, a un mismo tiempo, que quizás a pasos de nosotros, no muy lejos,
tenemos al mismo Cristo presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. ¡A pocos
minutos tenemos al mismo Cristo presente y tan vivo como cuando regó de gracias
las preciosas reliquias que comentamos!
Contemplémosle
ahora allí, donde le tenemos cerca. Meditemos en lo sólo y abandonado que se
encuentra. Nadie peregrina hasta allí, nadie se arrodilla ante su sagrada
Presencia. Pocos, muy pocos, parece tener conciencia cabal de Él.
Vemos a
tantos comulgar sin respeto, sin la debida compenetración que tal acto merece
¡Acto envidiado por los mismos ángeles, que no pueden comulgar! Es el mismo
Cristo que viene a nosotros. ¡Cuántos comulgan con la mano, tocando con sus
manos indignas e impuras el sagrado Cuerpo del Redentor! Duele pensar en
semejante irreverencia, que a causa de la extensión y frecuencia ha sido
indultada por la Iglesia. Imaginar tan sólo las divinas partículas olvidadas en
la mano y llevadas al bolsillo, o caídas al suelo. Tiemblo al pensar en ello,
en la tristeza y escándalo de los santos ángeles.
Mártires y
santos, los mismos cruzados ofrecieron sus vidas por la conservación de las
reliquias y lugares sagrados. Muchos prefirieron morir antes que verlas
profanadas. ¿Cómo no querremos nosotros, hermanos en la fe e hijos de la
Iglesia como ellos, ya no venerar las reliquias sino adorar a nuestro dulce y
amable Salvador presente día y noche en la Sagrada Eucaristía?
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM