La Edad Media es el período de tiempo que va desde el siglo
V al XV de nuestra era. Nacieron entonces numerosas leyendas, pobladas de
creencias y devociones populares, pero también florecieron trovadores, juglares
y poetas.
El dragón es uno de los seres
fantásticos que más pasiones despierta. Caracterizado como una criatura de
enorme poder, grande y fiera, es representante de la fuerza y de lo poderoso.
La palabra que le da origen, “drakos“, significa serpiente en griego antiguo, y
en efecto, muchos dragones son una especie de gran serpiente, o un hibrido
entre serpiente y lagarto, con cabeza,
piel de escamas y cortas patas acabadas en garras… sin contar con las alas que
poseen los dragones voladores. La mitología ha empleado recurrentemente el
símbolo del dragón, extendiendo su pervivencia en el imaginario; pero también
ha usado su imagen reduciéndolo a un poderoso monstruo casi invencible. Las
múltiples apariciones de dragones, sin embargo, hacen uso frecuente de elementos
tradicionales e innovadores en la criatura, que amplían sus alcances y
estimulan más la imaginación, dando así lugar a un sinfín de dragones con
diversas cualidades y variantes.
En el año 2005, el Discovery Channel, a través de su
afiliada Animal Planet, produjo un documental titulado «El mundo del dragón:
una fantasía hecha realidad» realizando de manera fantástica la recreación de
lo que podría haber sido la extinción de esta supuesta especie. La producción
es una conjunción de ficción, supuestos y leyendas, con una amplia descripción
de posibles patrones de conducta animales de apareamiento, alimentación y
comportamiento. La producción del Discovery Channel cuenta la historia de una
hembra de dragón que trata de sobrevivir para alimentar a su cría. Esta
historia fue ambientada en Rumanía, donde la leyenda de los dragones es muy
importante, en la Edad Media. Explica que un grupo de estos animales que
escupían fuego habrían podido vivir en la época de los dinosaurios, que
escaparon a la aniquilación adaptándose a vivir en el agua y que más tarde se
expandieron por todo el planeta, dominando selvas y conquistando montañas. En
la historia mostrada en este documental, los caballeros rumanos, vestidos con
los atuendos típicos de la Edad Media, suben a la montaña y matan a la madre y
a su cría, acabando así con la leyenda.
El dragón es un animal mitológico que aparece en diversas
formas en varias culturas de todo el mundo, con diferentes simbolismos
asociados. En función de las diversas culturas que lo han representado, la
figura del dragón juega un papel importante como dios o guardián, o como
monstruo y poderoso enemigo. Se le atribuyen cualidades y habilidades tales
como ser poseedor de una gran sabiduría y conocimiento o pecar de gran avaricia
y codicia que le conduce a devastar poblaciones enteras para apilar gigantescos
tesoros. Por lo tanto, la imagen y figura del dragón ha ido variando y ha sido
interpretada de muy diversas formas a lo largo de la historia. Las culturas
occidentales y orientales han imaginado reptiles gigantes y alados.
El mito de la existencia de los dragones se sustenta en una
diversa cantidad de leyendas y representaciones, diseminadas entre las
distintas culturas que lo representan. Se ha planteado, como explicación de
este fenómeno, el descubrimiento de fósiles de dinosaurio que llevasen a esas culturas
a imaginar seres parecidos. También cabe señalar que los dragones en cada
cultura presentan aspectos y características diferentes.
Así, en la Edad Media, se creía que los cadáveres de
cocodrilo, traídos a mercados y demás sitios de exhibición desde Egipto y
Arabia durante la época de Las Cruzadas, se trataban de cadáveres de dragón. El
simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha. La lucha entre
el dragón y un héroe o un dios tiene, sin embargo, distintos significados. En
estos míticos combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de
guardián, que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera,
cuya acción implica la muerte o el nacimiento de un orden universal. Así, en
un principio, los dragones fueron devoradores de dioses –algunos mitos se
refieren a los dragones como la causa de los eclipses, por ejemplo, o sus
enemigos, posteriormente los dragones fueron fuerzas a las que se les ofrecían
doncellas en sacrificio y no tardaron en concebirse como comedores de hombres.
En el Cantar de los Nibelungos, un poema épico medieval
anónimo, Sigfrido mata a un dragón, y al
ungirse con su sangre se hace inmune a todo mal. Para los celtas, el dragón era
una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por
los magos. Entre los conquistadores celtas de Britania fue símbolo de
soberanía, y durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de
guerra, convirtiéndose en un símbolo heráldico y luego militar.
Los cristianos heredaron la idea hebrea del dragón, que
aparece en el Apocalipsis, del apóstol Juan, y en otras tradiciones
posteriores. En el arte cristiano del Medievo simboliza el pecado y al aparecer
bajo los pies de los santos y mártires representa el triunfo de la fe y los reinos
cristianos sobre el diablo. La leyenda de San Jorge y el dragón muestra
claramente este significado. En el simbolismo medieval la idea de lucha contra
dragones sirvió para fortalecer la motivación de los reinos cristianos. Se
presentaban a menudo también como representaciones de la apostasía, la herejía
y la traición, pero también de cólera y envidia, y presagiaban grandes
calamidades. Varias veces significaban la decadencia y la opresión, aunque
sirvieron también como símbolos para la independencia, el liderazgo y la
fuerza. Los colores a menudo determinaron el simbolismo que un dragón tenía. En
la pauta del viaje del héroe, los dragones representaron el obstáculo o el
temor, y el paso necesario para volver al hogar, y como muchos dragones se
presentan también como la encarnación de la sabiduría. En esas tradiciones
matar a uno de ellos no sólo daba acceso a sus riquezas sino también
significaba que el caballero había vencido a la más astuta de las criaturas.
Otra faceta del dragón, en la mitología clásica de la época caballeresca, es el
dragón como guardián que custodia o secuestra princesas en sus castillos.
Los dragones de Europa arrojaban fuego, envenenaban las
aguas y raptaban doncellas. O esto era lo que se decía de ellos para que se les
considerara un enemigo común con el que todos desearan acabar. Se les culpaba
de plagas y de épocas de carestía de alimentos, ya que no sólo podían atacar
físicamente, sino que dominaban los secretos de la magia con la que podían
maldecir o hechizar sin que la gente lo notara. Ya fueran europeos o asiáticos,
todos los cronistas coinciden en afirmar que los dragones eran tan antiguos
como el propio mundo, criaturas que surgieron de las mismas entrañas del Caos
con el nacimiento de la Tierra y el Cielo.
Su imagen cambia según las épocas y
el lugar, pero suelen tener unas características generales en común: una bestia
serpentina con una piel de escamas que actuaba como la mejor de las armaduras.
De hecho, cada vez que un ejemplar era muerto, se entraba en la disputa de
quién se quedaría con la piel para usarla como armadura o escudo impenetrables.
También tenían unas armas mortíferas, como eran su aliento, ya fuera en forma
de fuego o de aire helado, sus garras y su misma sangre, que resultaba un ácido
muy potente al contacto con los seres humanos. También se les relacionaba con
una vista sobrenaturalmente aguda, e incluso nos encontramos con relatos
antiguos en los que la misma mirada del dragón era capaz de fulminar a sus
adversarios.
Muchas veces encontramos figuras de dragones en los emblemas
de distintos ejércitos. Era una creencia extendida la de que el animal que
acompañaba en la batalla prestaba su fuerza a los hombres que luchaban en ella,
y esta es sin duda la razón por la que esa imagen es tan común. Los soldados
persas iban a la guerra llevando delante de sus ejércitos grandes figuras de
dragones con las que pretendían espantar a sus enemigos. Los romanos ya
pintaban dragones en sus estandartes y los guerreros de las tierras
escandinavas, antiguamente tenían como costumbre adornar las proas de sus
barcos, a los que llamaban drakar, con cabezas de dragones, que les prestarían
su fuerza en caso de combate.
En el siglo IX aparece otra popular historia: San Jorge a
caballo como vencedor de un dragón. Esta historia, que es parte de la leyenda
dorada, también es conocida como «San Jorge y el dragón», y es el probable
origen de todos los cuentos de hadas sobre princesas y dragones en Occidente.
Debe tenerse en cuenta que la leyenda se relata en diversas partes de Europa y
Asia Menor como propia.
Un día resultó seleccionada la princesa local. En algunas
historias aparece el rey, su padre, pidiendo por la vida de su hija, pero sin
éxito. Cuando estaba a punto de ser devorada por el dragón, aparece Jorge, que
en uno de sus viajes, a menudo a caballo, se enfrenta con el dragón, lo mata y
salva a la princesa. Los agradecidos ciudadanos abandonan el paganismo y
abrazan el cristianismo.
Finalmente, el origen podría estar en una manifestación
alternativa de Miguel Arcángel, que está al frente de las huestes celestiales.
Se puede demostrar que en el reino Franco merovingio ya se veneraba a Jorge de
Capadocia en el siglo VI. Sin embargo, no fue hasta la Alta Edad Media, la
época de las cruzadas y de la caballería, que se extenderá el culto en Europa.
Jorge se convirtió en el protector de los cruzados en la conquista de Jerusalén
(15 de julio de 1099). Como miles Christi, es decir, ‘soldado de Cristo’, se
convirtió en patrón de los caballeros y soldados, y en protector de algunas órdenes
religiosas militares, como la Orden Teutónica (siglo XII) o los templarios.
Hacia el siglo XII, la leyenda áurea se extendió por Europa.
Santiago de la
Vorágine (1230 –1298), arzobispo de Génova, escribió la Leyenda sanctorum, una
colección de fábulas sobre distintos santos. En los últimos siglos de la Edad
Media, Jorge se convirtió en patrón de ciudades, burgos y casas nobles. También
llegó a ser el primero de los 14 santos ayudadores como protector de los
animales domésticos.