NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM
martes, 26 de marzo de 2019
CATEDRAL DE MALLORCA
La Catedral es el monumento más emblemático
de Mallorca porque sintetiza perfectamente los últimos ocho siglos de su
historia. La imagen de una gran nave sobre el mar domina la bahía de Palma. Es
el icono del patrimonio histórico y espiritual de la isla.
La Catedral evoca las culturas que
precedieron de la conquista, el 31 de diciembre de 1229, de la Madina Mayurqa
por parte de Jaime I, rey de Aragón y conde de Barcelona. El Conquistador,
siguiendo la costumbre de la época, consagró la antigua mezquita a la Virgen
María y preparó la construcción de un templo, acorde al estilo de la época.
A partir de 1230, hay indicios documentales, relacionados con la obra de la Catedral.
Constan encargos al maestro Ponç realizados en 1256, a cuenta de Ramon de
Torrella, el primer obispo de Mallorca. En 1269, el obispo Pere de Morella
consagró el ara del altar mayor. La construcción, tal como se conoce
actualmente, comenzó por la Capilla Real, en torno al 1300, durante el reinado
de Jaime II (1276-1311), primer monarca de la Corona de Mallorca. De esta forma
se iniciaba el proyecto de catedral gótica que tuvo su esplendor constructivo
durante los siglos XIV y XV. El ábside actual conserva la capilla funeraria
destinada a panteón sepulcral de los monarcas de la casa real mallorquina. El
ábside estaba finalizado en 1328, en 1329 se colocaron los ventanales de
cristal del maestro sienés Matteo di Giovanni y paralelamente se había
proyectado el campanario.
En 1498, finalizaron las obras de la torre como
un proyecto inacabado. Tiene nueve campanas, la mayor de las cuales es conocida
como Eloi. Paralelamente al apoyo de la Casa Real en la fábrica de la Catedral,
los obispos de Mallorca, desde el siglo XIII, animaron al pueblo cristiano de
Mallorca y al clero a colaborar con recursos económicos destinados a la
construcción. Entre los primeros obispos que tuvieron un mayor protagonismo en
este proceso cabe destacar a Berenguer Balle (+ 1349), que, en 1346, erigió la
cátedra pontifical; Antoni Galiana (+ 1375), primer obispo de origen
mallorquín, promovió el acabado de la fachada lateral hasta la capilla de la
Corona, y Pere de Cima (+ 1390) estimuló la construcción del portal del
Mirador.
Entre los maestros picapedreros y escultores
del siglo XIV, cabe destacar a Antoni Camprodon, Jaume Mates, Guillem Oliveres,
Pere Morey, Enric Aleman, Joan de Valenciennes, Guillem Morey, Pere de Sant
Joan i Antoni Canet, entre otros. A finales del siglo XIV se derribaron los
últimos vestigios de la mezquita y a comienzos del XV el edificio entró en una
nueva fase constructiva.
En 1400, el insigne Guillem Sagrera se
incorporó a la fábrica de la Catedral. Dirigió las obras del portal del Mirador
y edificó la Sala Capitular gótica, que el obispo de Mallorca Gil Sanxís Munyos
hasta 1429 conocido como Clemente VIII, antipapa eligió para ser enterrado.
Arnau Piris sustituyó a Guillem Sagrera como responsable de las obras de la
Catedral, cuando éste fue retenido por Alfonso el Magnánimo para obrar el
Castel Nuovo de Nápoles. Poco tiempo después Joan Sagrera, hijo del maestro
Guillem, se incorporó a las obras de la Catedral. En 1490, Francesc Sagrera,
canónigo, sobrino de Guillem Sagrera, relacionado con la administración de la
obra de la Catedral, diseñó el Portal de la Almoina. Ya en el interior de la
Catedral se puede contemplar el antiguo retablo gótico, actualmente adosado al
Portal del Mirador.
A él se le atribuye también la parte
plateresca de la madera, la portada, la galería, los púlpitos de piedra, de
estilo renacentista, acabados en 1535. Durante el siglo XVI finalizaron las
últimas crucerías, se levantó el frontispicio, los dos rosetones y la puerta
del portal principal, promovida a instancias del obispo Vich y Manrique, y
obrada, entre 1594 y 1601, por el escultor y arquitecto Miquel Verger. La Casa
de la Almoina, sede actual del Archivo Capitular, también se construyó durante
este período. Por otra parte destaca, también, el interior del templo de ocho
tramos de crucería, sostenidos por columnas octogonales. El conjunto cuenta con
siete rosetones, dos de ellos cegados en la facha principal.
El mayor mide
12,51 metros de diámetro. Estructuralmente es un edificio gótico sometido a
gran influencia cultural y religiosa del siglo XVI, en sintonía con la
espiritualidad humanista. La sillería del coro actualmente formado por 110
sillas de nogal, situado en el altar mayor o Capilla Real fue obrado a partir
de 1514 y ocupaba el centro de la nave central de la basílica, tallado
probablemente por Felip Fulló, de origen francés; y en 1526 Joan de Sales
habría continuado las obras.
Durante los siglos XVII-XVIII, el interior
del edificio recibió una gran influencia del barroco, sobre todo en forma de
retablos, pinturas y esculturas marcadas por la espiritualidad postridentina,
que coincidía con un período de esplendor económico y social de la Iglesia y de
la sociedad mallorquinas. La fábrica de la Catedral no se explica al margen de
la iconografía barroca, y de esta época cabe destacar también algunas piezas tan emblemáticas como el
retablo del Corpus Christi, obra de Jaume Blanquer, el claustro y la nueva sala
capitular. Con el Romanticismo se acentuó el debate y se idealizó el gótico
como referencia artística y como elemento explicativo que permitía recuperar la
pureza originaria y ofrecía una mirada idealizada del pasado. El terremoto de
1851 puso en peligro el conjunto de la fachada principal, lo que motivó al
obispo Miquel Salvà Munar el encargo de la restauración al arquitecto Juan
Bautista Peyronet, con la colaboración del mallorquín Antoni Sureda Villalonga.
En 1902, con la finalidad de adaptar el
espacio de la Catedral a las nuevas exigencias litúrgicas y pastorales, el
obispo Pere Joan Campins encargó al arquitecto Antoni Gaudí la reforma del
conjunto del templo. La intervención de Gaudí duró aproximadamente diez años
(1904-1914). El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, de 1904, el obispo
Campins presidió la inauguración de las obras, que consistieron en la
recuperación, ordenación y decoración del espacio de la nave central y de la
Capilla Real, básicamente con el traslado del coro, hasta el momento situado
entre los tramos segundo y tercero de la nave, eliminación del retablo mayor
gótico, realización del baldaquino del altar mayor, incorporación al
presbiterio de la sede episcopal, iluminación del espacio a base de ventanales
de cristal desprovistos de estos hasta el momento, luz artificial y
candelabros, y elaboración de un amplio mobiliario litúrgico. Los sucesivos
Cabildos han continuado el mantenimiento, la restauración y la mejora de la
fábrica de la Catedral. Entre los más significativos cabe destacar la apertura
de ventanales, un proyecto sistematizado durante la década de 1920, entre les
cuales cabe destacar dos de la casa Mayer (Munich), de 1929. Siguiendo esta
tónica de constante actualización del edificio, se invitó al artista Miquel
Barceló a realizar una intervención en la Capilla del Santísimo. La
intervención de Barceló, dedicada a la Eucaristía, se inauguró el 2 de febrero
de 2007.
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MURALLA DE ALCUDIA
Después de la incorporación de Mallorca a la
Corona de Aragón en el año 1229, el rey Jaime I dividió la isla en ocho partes.
Cuatro quedaron en manos del mismo monarca y las cuatro restantes fueron para
los nobles que habían ayudado en la conquista. Alcudia quedó dentro de los
territorios que pertenecían a Jaime I. El monarca otorgó plaza a los caballeros
de la Orden del Temple en Pollensa y unas tierras en las afueras de Alcudia
(por el pico de San Martín).
El primer núcleo de población musulmana de
Alcudia nace en torno a la alquería de la villa con una pequeña población.
Jaime I cambió el nombre de Alcudia por el de San Jaime de Guiñent. Visto que
era más común usar el nombre árabe, volvió a llamarse Alcudia, tal y como ahora
se conoce.
En 1298, el rey Jaime II de Mallorca
determinó la construcción de la villa de Alcudia y la declaró cabecera del
término parroquial. Por este motivo compró una casa, un trozo de tierra y un
solar para edificar la iglesia, la vicaría y el cementerio. A partir de ese
año, se inició la construcción del primer recinto amurallado, que se acabó en
1362 por orden del rey Pedro IV de Aragón. Las murallas sirvieron para la
protección no sólo de la villa, sino también del norte de la isla.
En el siglo XIV a partir de 1301, año que
Jaime II de Mallorca, compró un terreno se construyó el hospital militar de
Alcudia, justo delante de la Iglesia parroquial de San Jaime. Posteriormente, y
en época actual, sirve como Museo Monográfico de Pollentia.
Entre 1348-1350, época de la Peste Negra en
Europa, la enfermedad también llegó al puerto de Alcudia mediante las ratas que
iban con los barcos. Se inicia así la propagación por la isla. El primero
alcudiense que cae por esta enfermedad se llamaba Guillermo Brassa. Era capitán
de Alcudia Guillermo de Mosquerolas y el alcalde en Bernardo Moror.
En 1450 con la Revuelta Foránea de los
Agermanados, los alcudienses se enfrentaron contra los agermanados de la Part
Forana, en contra de la rebelión. Hubo un grupo que quiso estar de parte de los
agermanados, encabezados por Miguel Renovard, que eran partidarios de la
revuelta contra Palma.
El 21 de febrero de 1507 el Santo Cristo de
Alcudia hizo su primer milagro. Tiempo de penuria, sequía y hambre en Mallorca.
A partir que el Santo Cristo empezó a sudar sangre y agua, empezaron las
lluvias y una buena época de cosechas. Más adelante se estableció que cada 26
de julio de cada tres años se celebrase en Alcudia la conocida procesión del
Santo Cristo.
En noviembre de 1521 Alcudia es asediada por
los agermanados. Mucha gente se refugió detrás de las murallas, sobre todo
nobles y hombres ricos de Mallorca. El emperador Carlos I de España declaró a
los agermanados rebeldes a su autoridad. Campesinado y menestrales intentaron
entrar por la fuerza dentro de las murallas de Alcudia. En 1522 se resistió
varios asedios de los agermanados, comandados por Juanot Colón.
El 18 de julio de 1523, el emperador otorgó
en Alcedia de título de: "Ciudad Fidelísima al Emperador". En 1525
llegan las exenciones fiscales y una serie de pleitos con las autoridades del
Reino de Mallorca que se oponían.
El 4 de junio de 1535 llegó a Alcudia con sus
galeones cuando se disponía a participar en la Jornada de Túnez. Durante ese
año empezarían a ponerse los cimientos del convento de San Francisco de Asís en
Alcudia. En 1542 el rey realizó una visita a Palma de Mallorca y hay
historiadores que afirman que también pasó por esta localidad. En 1551 los
turcos desembarcaron en el cabo del Pinar de Alcudia; Don Bartolomé Maura, capitán
alcudiense, se enfrentó a los turcos con 150 alcudienses consiguiendo la
victoria. Posteriormente el 18 de mayo de 1558 los piratas turcos volvieron a
Alcudia y D. Felipe Fuster, nuevo capitán alcudiense, acompañado por el capitán
Mateo de Pachs, lucharon para repelerlos. Murieron a consecuencia de esa lucha.
En 1551-1558 los ataques turcos al cabo del Pinar y la victoria que tuvieron atemorizaron
a la población. En 1566 se construye la torre de la Atalaya de Alcudia. En 1567
se fundó el convento de San Francisco y de Nuestra Señora de Jesús de la ciudad
de Alcudia, destruido a partir de 1835. El fundador del convento fue el
conocido religioso relacionado con el emperador Carlos V, Mn. Juan Crespí. El
monarca le encomendó que ayudara en diferentes focos de rebeldía de aquella
época. En 1568 se construye la sacristía y el campanario.
En 1570 se construyen las cruces de término.
En 1588 se crea el gremio de artesanos de Alcudia. En 1590 es el año de la
concesión de morbers propios que autorizan la carga y descarga de barcos. Siete
años después llegará la creación del gremio de los tejedores de lana y lino. En
1598 se proyecta el recinto de la segunda muralla y la Torre Mayor de Alcanada. En 1715 con la Guerra de Sucesión, Alcudia
intenta pactar una capitulación, ante su delegado del rey, el caballero
D'Asfeld, puesto que el nuevo rey Felipe V de Borbón es nombrado rey de España
ante su opositor, el emperador Carlos VI de Habsburgo.
A partir de 1717 se nombró nuevo gobernador
de Alcudia, D. José de Mariconda, un hecho que agravó todavía más la situación
por la cual pasaba Alcudia en tiempo de la Guerra de Sucesión Española.
Mariconda pasó a la historia principalmente por su comportamiento autoritario y
altivo, cometiendo muchas injusticias en Alcudia.
En 1870 llega a Mallorca la fiebre amarilla.
El foco empezó en la ciudad de Palma de Mallorca y pronto se extendió por el
resto de la isla. Alcudia se salvaguardó de la epidemia gracias a sus murallas
y al cierre de todas las puertas principales de la ciudad, salvo la puerta de
Mallorca que quedaría custodiada por dos hombres nombrados por el municipio
alcudiense, para controlar a todas las personas que entraban a la localidad,
presentaban un boletín de salubridad en la cual se decía si habían pasado las
inspecciones sanitarias para viajar.
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CONVENTO DE SANTA CLARA
Está situado en la calle Santa Clara de Palma, en la isla de Mallorca.
La primera
referencia que hay del convento de Santa Clara data del siglo XIII, en época
del rey Jaime I de Aragón. En 1256 el Papa Alejandro IV dio permiso para la
creación de un nuevo cenobio en Palma de Mallorca, petición realizada por la
clarisa, sor Catalina, abadesa del monasterio de Santa María de Tarragona, que
querían enviar un grupo de monjas a Mallorca para fundar nuevo convento.
Alejandro IV envió una carta a los franciscanos mallorquines, en la que les
encargará ayuda en todo momento a las nuevas monjas clarisas que debían
instalar en la capital de Mallorca.
El 13 de enero de 1260 se instalaron en el
centro de la capital, en un terreno cedido para la construcción de su convento.
Catalina Berenguer y Guillermina, su hermana, pertenecían a la nobleza, y esto
hizo que el convento progresara rápidamente. El año 1837 las monjas
franciscanas del convento de la Purísima Concepción del Olivar pasaron al convento
de Santa Clara. En el siglo XVII se hacen unas grandes reformas, sustituyendo
la parte gótica por una de la época post renacentista y casi barroca. Hacia
2007 se iniciaron los trámites para restaurar completamente el convento.
La base del
edificio fue construida sobre restos de origen musulmán. Durante los siglos
posteriores el convento fue reformado y ampliado. Y como testimonio de las
ampliaciones quedan portales de arco redondo, cegados, provenientes de
construcciones civiles, como la casa de la familia Monzón. La sala capitular es
del siglo XVI, los corredores del claustro contienen sepulcros góticos de las
abadesas. La actual iglesia es la tercera de las construidas en este convento.
Las cuatro capillas de la izquierda son de planta rectangular con cubierta de
bóveda, las de la derecha presentan plantas diversas con cubierta de cañón. La
cubierta de la tribuna tiene una doble hilera con bóveda de tres tramos de
arista. En la parte superior del retablo hay una imagen de la Inmaculada
Concepción y en la parte inferior una de Santa Clara de Asís.
En el
lateral izquierdo de la fachada hay un campanario de planta cuadrangular
embebido en el muro, que sobresale con tres cuerpos. El portal data de 1671 y
es de dintel. Las jambas adoptan la forma de estípites decorados con motivos
vegetales, auriculares y muecas. El entablamento tiene una cornisa rematada por
un frontón roto, en el centro del frontón hay un medallón que contiene un
relieve que representa la imagen de Santa Clara.
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ERMITA DE MONTISION
Distante de
Porreras, algo más de un kilómetro se levanta el llamado Puig de Montesión,
cuya altura es de unos 138 metros sobre el nivel del mar.
La
antigüedad de la Ermita no se conoce con exactitud pero se calcula que data del
siglo XIV. En el año 1498 se comenzó la construcción de una nueva capilla que
es la actual, siendo dedicada también a la Virgen bajo la advocación de Nuestra
Señora de Montesión. La imagen era de estilo bizantino tallada en madera, pero
en 1734 se sustituyó por una figura de María Santísima labrada en mármol
blanco, siendo costeada por la noble familia Duzay, cuyo escudo de armas figura
en la peana.
En 1551
funcionaba una escuela de gramática latina y durante este tiempo fue construido
un gran patio delante del Oratorio, con una cisterna en el centro y celdas
alrededor formando un pentágono de forma irregular, con un pórtico de tres
metros de ancho, sostenido por esbeltas columnas.
De muchos
pueblos acudían a las aulas de manera que en el año 1679 pasaban del centenar
los alumnos que recibían instrucción.
En 1694 se
tuvo que construir una gran sala para dar explicaciones, hoy día se conserva
con el nombre de “s’aula”. La escuela duró hasta finales de 1835.
En 1890 el
que fue Obispo de Mallorca Pedro A. Campins por entonces párroco de Porreras restauró el Oratorio con la ayuda de los
feligreses y en la actualidad se halla bien conservado.
En cuanto
al camino antiguo que conducía al Santuario era áspero y difícil para la
locomoción de nuestros días, en 1954 el Ermitaño Samuel, muy perito en el
trazado de carreteras, fue invitado para replantear una nueva. Así lo hizo y en
el día fijado el pueblo en masa ayudó a construir en un solo día la nueva
carretera.
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El CASTILLO DEL REY
El Castillo
del Rey es un castillo roquero situado en la montaña en el Valle de Ternelles,
en Pollensa y tiene una altura de 492 m. En la época
romana, ya fue usado como fortificación y en la época musulmana, fue, con el
Castillo de Alaró el último reducto de resistencia a las tropas de Jaime I de
Aragón que invadieron Mallorca en 1229. Resistieron hasta marzo de 1231.
Otro hecho
histórico destacado que sucedió allí fue el de la resistencia que ofreció, en
1343 y durante tres meses de asedio, el último reducto de los fieles al rey de
Mallorca Jaime III cuando éste ya había perdido su reino y se lo había
anexionado la Corona de Aragón de Pedro el Ceremonioso.
El castillo
fue usado de atalaya más que de recinto para la defensa. Fue abandonado en el
siglo XVIII, y se fue deteriorando. Actualmente está en ruinas, siendo de
propiedad privada y prohibida la entrada.
En la
actualidad, apenas quedan ruinas del mismo, si bien el entorno que le rodea lo
hace un hace un lugar único.
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martes, 5 de marzo de 2019
ULTIMA INVESTIDURA AÑO 2018
Una vez más, en el incomparable escenario que nos
proporciona el monasterio de Uclés en la provincia de Cuenca, entre los días 23
y 24 de noviembre del año de nuestro señor 2018 y 900 de la Orden del Temple,
hemos celebrado una nueva investidura, en la que nuevos caballeros y damas han
realizado sus votos como soldados de la blanca milicia de Cristo.
En este año tan especial, se conmemora el noveno centenario
de la creación de la Orden. Año en el que todos los que somos Templarios nos
hemos sentido orgullosos de vivir este momento histórico, ya que el Temple está
ante un nuevo y fervoroso resurgir de la Orden.
Resurgir que se está
produciendo y que estamos viviendo. Porque esta es una gran verdad, los valores
que los templarios defendemos y compartimos, cada día que pasa, calan más hondo
en nuestra sociedad y cada vez son más y más las personas que desean combatir a
nuestro lado para que el bien triunfe y el mal desaparezca de nuestros
corazones y por ende de la sociedad.
Sí estimado hermano y sí estimado lector esta investidura ha
sido, al igual que otras veces, un enorme gozo y un gran fin de semana para la
orden, porque Dios está con sus hijos y nunca los abandona. Él, es el escudo y
la armadura que nos protege de los envites que el maligno nos acomete.
Los preparativos comienzan semanas antes, incluso meses.
Nuestros preceptores preparan a los nuevos postulantes, con gran amor y
entusiasmo. Su tarea es ardua y constante. Su dedicación, siempre para mayor
gloria de Dios, es impagable. Son horas y horas y horas de trabajo, de
enseñanza y pupilaje que en pocas ocasiones es reconocida, de ahí que hoy, yo,
les quiera rendir su merecido homenaje y reconocimiento porque sin ellos, … No
quiero pensar qué sería sin ellos. A todos mis hermanos preceptores, de todo
corazón, GRACIAS.
Cuando los hermanos preceptores ven que, el postulante ha
adquirido los conocimientos necesarios, cuando son dignos de ser investidos
como caballeros, como damas o como sargentos, comienza el trabajo de los demás.
Multitud de preparativos, de los que se encargan varios hermanos
y que, sin esa labor, en la que siempre aparecen piedras en el camino, no
podría realizarse las ceremonias de investidura.
Los preparativos conllevan un gran peso y mucha
responsabilidad que recae sobre nuestros hombros, la responsabilidad es aplastante
en algunos momentos, pero no nos importa porque lo que hacemos, siempre,
siempre, para mayor gloria de Dios.
Poco a poco se van ultimando los preparativos para el que ha
de ser, un fin de semana maravilloso.
Cabe destacar, y
tengo que hacer una reseña y que agradecer, a un importante miembro del clero
de Cuenca, que quiso acompañarnos en nuestra investidura y vivir de primera
mano, la devoción que profesamos a Dios nuestro señor, a Jesucristo, general
supremo de los ejércitos celestiales y de nuestra madre la Santísima Virgen
María.
Con esta gran
noticia, y llenos de alegría continuamos con nuestra labor.
Los postulantes superaron con gran valor y determinación
todos los requisitos necesarios para llegar a su investidura, y aunque algunos
no pudieron llegar a esta investidura, lo harán en las próximas. Tan solo se ha
retrasado lo que ha de ser inevitable, que sean caballeros y que presenten
feroz batalla, aunque batalla ya libran con su preparación, porque estas
piedras, baches y pruebas que han encontrado en su camino, y que al final solo
refuerzan su fe, su compromiso y su determinación, los llevarán a llegar a
alcanzar su meta.
Más pronto que tarde, se investirán y lo harán con más
fuerza y determinación si cabe, para, junto con el resto de sus hermanos,
combatir el mal.
Así pues, llego el día 23, poco a poco, tanto postulantes
como caballeros llegan al monasterio. En esta ocasión, he tenido el gran honor
de conocerlos en persona antes de este día, ya que me acompañaron el día en que
tuve el privilegio de representar al Gran Priorato de España y en general a
toda la Orden, junto a ellos, en la catedral de Valencia, el día de la
festividad del Santo Cáliz.
Las horas antes de la vela de armas fueron alegres y
emocionantes, no puedo dejar de recalcar el hecho de que personas, que puede
que solo tengan en común su amor a Dios y su compromiso con Él por medio del
temple, sientan y vivan un hermanamiento de este calibre desde el minuto uno. Con todo dispuesto, comenzamos con la vela de armas.
La noche, transcurre tranquila y placenteramente. La
ceremonia, intensa y emotiva para todos, discurre sin contratiempos. El periodo
de liturgia nos va acercando el amanecer y a altas horas de la madrugada damos
por terminado el acto. Nos retiramos a descansar.
Al comenzar la jornada del día 24, después de un buen
desayuno, y mientras esperamos a que lleguen el resto de los hermanos que nos
acompañarán, y arroparán a los postulantes, con ayuda de mis caballeros,
preparamos la siguiente ceremonia, todo se desarrolla correctamente, y cuando
el resto de mis hermanos llega, junto a la alegría de recibirlos, llegan
también visitantes al monasterio que, curiosos, no acaban de entender que
hacemos vestidos con prendas medievales.
A todos los que nos preguntan cuál es la finalidad de estar
ataviados de esa guisa, y cortés mente les respondemos, más en todos los rostros
de los visitantes se percibe un gesto de curiosidad y sorpresa que tantas otras
veces hemos visto.
Ante el asombro de los visitantes, formamos en el patio para
pasar y dar comienzo la siguiente ceremonia.
Una vez concluida la ceremonia y ya todo más relajado, pasamos
al comedor a reponer fuerzas para la ceremonia pública, en la cual los nuevos
miembros de pleno derecho de la orden de los Pobres Caballeros de Cristo, serán
dados a conocer al mundo. Y todo el mundo los reconocerá como Templarios,
caballeros de la SMOTH MIT POCAC, defensores de la iglesia y de la palabra de
Dios.
Después del merecido ágape, dimos paso a la ceremonia
pública.
Esta, se desarrolló junto con la Eucaristía. Una ceremonia
que, por su sencillez y por sí misma, brilla sin nada que pueda empañarla, la
cual compartimos con todos los visitantes del monasterio que, curiosos,
quisieron asistir. Esta sana curiosidad, convirtió así a los curiosos
visitantes del monasterio en testigos involuntarios del nacimiento de nuevos
guerreros al servicio de Dios.
Acabada la ceremonia pública y con la alegría de recibir a
nuestros nuevos hermanos de armas, damos paso al Capitulo general, en el que
nuestro Gran Maestre nos pone al corriente de los proyectos de la orden y en el
que entrega a los nuevos caballeros y a los veteranos el reconocimiento que se
merecen.
Una vez terminado el capítulo general y entregados los
reconocimientos a los caballeros que, por su entrada en la orden o por su
labor, merecían el reconocimiento de todos, después de eso, llegaron las
conclusiones.
Todos, creo que más o menos, llegamos a la misma, y es que
por muy fuerte que nos quieran golpear las fuerzas del mal, nunca, nunca,
nunca, podrán acabar con nosotros, ya lo demostraron nuestros hermanos mayores,
porque estamos unidos por la misma causa y bajo la sabia dirección del Gran
Maestre.
Cada día que pasa, somos un ejército más grande y más unido,
y todos los golpes que podamos recibir, aunque sean destinados a un solo
hermano, los sufrimos todos y por ese mismo motivo, no nos afectan porque en
nuestra unión esta nuestra fuerza y porque Dios nuestro señor, está de nuestro
lado. Formamos un gran equipo, en el que las debilidades de uno son suplidas
con creces por las virtudes del resto de sus hermanos. Protegidos sin duda por
el escudo y la armadura de Nuestro Señor.
Llega la noche, los hermanos que vienen de más cerca
regresan a sus casas, otros nos quedamos para partir al día siguiente y poder
disfrutar más de la compañía y la fraternidad de los hermanos.
Qué duda cabe, después de la intensidad del fin de semana,
con contratiempos incluidos, la compañía de los hermanos y la oración, es el
mejor bálsamo para el espíritu. ¡Qué gran hermandad! ¡Qué grandes todos mis
hermanos! ¡Qué grande es saber que uno cuenta con todos los demás para lo que
necesite!
En la mañana del domingo, después de desayunar y de zanjar
todos los temas pendientes, entiéndase logística y otra serie de cuestiones,
los que nos hemos quedado de “retaguardia” nos hallamos ante el momento en el
que llega la triste despedida. Pronto volveremos a estar juntos hermanos.
Todos hemos salido de Uclés con las pilas cargadas y con la
certeza de que podemos contar con todos nuestros hermanos, vengan de donde
vengan, para lo que necesitemos, y sobre todo para mejorar, para parecernos lo
máximo posible a Cristo Dios Rey Celestial. Eso es lo más importante que me
llevo, no solo a mis nuevos hermanos, que estarán siempre y pase lo que pase en
mi corazón, sino también la certeza de que somos uno y todos aportamos, siempre
PARA MAYOR GLORIA DE DIOS.
De esta forma y como es costumbre en mi me despido como lo
hacían nuestros hermanos mayores.
Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos.
Que el viento sople siempre a tus espaldas.
Que el sol brille cálido sobre tu cara.
Que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos,
Y hasta tanto volvamos a encontrarnos, que Dios te guarde en
la palma de sus manos.
NON NOBIS DOMINE, NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM
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