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domingo, 16 de octubre de 2016

LEYENDAS DE CABALLEROS Y DRAGONES

La Edad Media es el período de tiempo que va desde el siglo V al XV de nuestra era. Nacieron entonces numerosas leyendas, pobladas de creencias y devociones populares, pero también florecieron trovadores, juglares y poetas. 

El dragón es uno de los seres fantásticos que más pasiones despierta. Caracterizado como una criatura de enorme poder, grande y fiera, es representante de la fuerza y de lo poderoso. La palabra que le da origen, “drakos“, significa serpiente en griego antiguo, y en efecto, muchos dragones son una especie de gran serpiente, o un hibrido entre serpiente y lagarto,  con cabeza, piel de escamas y cortas patas acabadas en garras… sin contar con las alas que poseen los dragones voladores. La mitología ha empleado recurrentemente el símbolo del dragón, extendiendo su pervivencia en el imaginario; pero también ha usado su imagen reduciéndolo a un poderoso monstruo casi invencible. Las múltiples apariciones de dragones, sin embargo, hacen uso frecuente de elementos tradicionales e innovadores en la criatura, que amplían sus alcances y estimulan más la imaginación, dando así lugar a un sinfín de dragones con diversas cualidades y variantes.

En el año 2005, el Discovery Channel, a través de su afiliada Animal Planet, produjo un documental titulado «El mundo del dragón: una fantasía hecha realidad» realizando de manera fantástica la recreación de lo que podría haber sido la extinción de esta supuesta especie. La producción es una conjunción de ficción, supuestos y leyendas, con una amplia descripción de posibles patrones de conducta animales de apareamiento, alimentación y comportamiento. La producción del Discovery Channel cuenta la historia de una hembra de dragón que trata de sobrevivir para alimentar a su cría. Esta historia fue ambientada en Rumanía, donde la leyenda de los dragones es muy importante, en la Edad Media. Explica que un grupo de estos animales que escupían fuego habrían podido vivir en la época de los dinosaurios, que escaparon a la aniquilación adaptándose a vivir en el agua y que más tarde se expandieron por todo el planeta, dominando selvas y conquistando montañas. En la historia mostrada en este documental, los caballeros rumanos, vestidos con los atuendos típicos de la Edad Media, suben a la montaña y matan a la madre y a su cría, acabando así con la leyenda.

El dragón es un animal mitológico que aparece en diversas formas en varias culturas de todo el mundo, con diferentes simbolismos asociados. En función de las diversas culturas que lo han representado, la figura del dragón juega un papel importante como dios o guardián, o como monstruo y poderoso enemigo. Se le atribuyen cualidades y habilidades tales como ser poseedor de una gran sabiduría y conocimiento o pecar de gran avaricia y codicia que le conduce a devastar poblaciones enteras para apilar gigantescos tesoros. Por lo tanto, la imagen y figura del dragón ha ido variando y ha sido interpretada de muy diversas formas a lo largo de la historia. Las culturas occidentales y orientales han imaginado reptiles gigantes y alados.

El mito de la existencia de los dragones se sustenta en una diversa cantidad de leyendas y representaciones, diseminadas entre las distintas culturas que lo representan. Se ha planteado, como explicación de este fenómeno, el descubrimiento de fósiles de dinosaurio que llevasen a esas culturas a imaginar seres parecidos. También cabe señalar que los dragones en cada cultura presentan aspectos y características diferentes.

Así, en la Edad Media, se creía que los cadáveres de cocodrilo, traídos a mercados y demás sitios de exhibición desde Egipto y Arabia durante la época de Las Cruzadas, se trataban de cadáveres de dragón. El simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha. La lucha entre el dragón y un héroe o un dios tiene, sin embargo, distintos significados. En estos míticos combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de guardián, que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera, cuya acción implica la muerte o el nacimiento de un orden universal. Así, en un principio, los dragones fueron devoradores de dioses –algunos mitos se refieren a los dragones como la causa de los eclipses, por ejemplo, o sus enemigos, posteriormente los dragones fueron fuerzas a las que se les ofrecían doncellas en sacrificio y no tardaron en concebirse como comedores de hombres.

En el Cantar de los Nibelungos, un poema épico medieval anónimo, Sigfrido mata a un dragón,  y al ungirse con su sangre se hace inmune a todo mal. Para los celtas, el dragón era una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por los magos. Entre los conquistadores celtas de Britania fue símbolo de soberanía, y durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de guerra, convirtiéndose en un símbolo heráldico y luego militar.

Los cristianos heredaron la idea hebrea del dragón, que aparece en el Apocalipsis, del apóstol Juan, y en otras tradiciones posteriores. En el arte cristiano del Medievo simboliza el pecado y al aparecer bajo los pies de los santos y mártires representa el triunfo de la fe y los reinos cristianos sobre el diablo. La leyenda de San Jorge y el dragón muestra claramente este significado. En el simbolismo medieval la idea de lucha contra dragones sirvió para fortalecer la motivación de los reinos cristianos. Se presentaban a menudo también como representaciones de la apostasía, la herejía y la traición, pero también de cólera y envidia, y presagiaban grandes calamidades. Varias veces significaban la decadencia y la opresión, aunque sirvieron también como símbolos para la independencia, el liderazgo y la fuerza. Los colores a menudo determinaron el simbolismo que un dragón tenía. En la pauta del viaje del héroe, los dragones representaron el obstáculo o el temor, y el paso necesario para volver al hogar, y como muchos dragones se presentan también como la encarnación de la sabiduría. En esas tradiciones matar a uno de ellos no sólo daba acceso a sus riquezas sino también significaba que el caballero había vencido a la más astuta de las criaturas. Otra faceta del dragón, en la mitología clásica de la época caballeresca, es el dragón como guardián que custodia o secuestra princesas en sus castillos.

Los dragones de Europa arrojaban fuego, envenenaban las aguas y raptaban doncellas. O esto era lo que se decía de ellos para que se les considerara un enemigo común con el que todos desearan acabar. Se les culpaba de plagas y de épocas de carestía de alimentos, ya que no sólo podían atacar físicamente, sino que dominaban los secretos de la magia con la que podían maldecir o hechizar sin que la gente lo notara. Ya fueran europeos o asiáticos, todos los cronistas coinciden en afirmar que los dragones eran tan antiguos como el propio mundo, criaturas que surgieron de las mismas entrañas del Caos con el nacimiento de la Tierra y el Cielo.

Su imagen cambia según las épocas y el lugar, pero suelen tener unas características generales en común: una bestia serpentina con una piel de escamas que actuaba como la mejor de las armaduras. De hecho, cada vez que un ejemplar era muerto, se entraba en la disputa de quién se quedaría con la piel para usarla como armadura o escudo impenetrables. También tenían unas armas mortíferas, como eran su aliento, ya fuera en forma de fuego o de aire helado, sus garras y su misma sangre, que resultaba un ácido muy potente al contacto con los seres humanos. También se les relacionaba con una vista sobrenaturalmente aguda, e incluso nos encontramos con relatos antiguos en los que la misma mirada del dragón era capaz de fulminar a sus adversarios.
 
Muchas veces encontramos figuras de dragones en los emblemas de distintos ejércitos. Era una creencia extendida la de que el animal que acompañaba en la batalla prestaba su fuerza a los hombres que luchaban en ella, y esta es sin duda la razón por la que esa imagen es tan común. Los soldados persas iban a la guerra llevando delante de sus ejércitos grandes figuras de dragones con las que pretendían espantar a sus enemigos. Los romanos ya pintaban dragones en sus estandartes y los guerreros de las tierras escandinavas, antiguamente tenían como costumbre adornar las proas de sus barcos, a los que llamaban drakar, con cabezas de dragones, que les prestarían su fuerza en caso de combate.

En el siglo IX aparece otra popular historia: San Jorge a caballo como vencedor de un dragón. Esta historia, que es parte de la leyenda dorada, también es conocida como «San Jorge y el dragón», y es el probable origen de todos los cuentos de hadas sobre princesas y dragones en Occidente. Debe tenerse en cuenta que la leyenda se relata en diversas partes de Europa y Asia Menor como propia.

Un día resultó seleccionada la princesa local. En algunas historias aparece el rey, su padre, pidiendo por la vida de su hija, pero sin éxito. Cuando estaba a punto de ser devorada por el dragón, aparece Jorge, que en uno de sus viajes, a menudo a caballo, se enfrenta con el dragón, lo mata y salva a la princesa. Los agradecidos ciudadanos abandonan el paganismo y abrazan el cristianismo.


Finalmente, el origen podría estar en una manifestación alternativa de Miguel Arcángel, que está al frente de las huestes celestiales. Se puede demostrar que en el reino Franco merovingio ya se veneraba a Jorge de Capadocia en el siglo VI. Sin embargo, no fue hasta la Alta Edad Media, la época de las cruzadas y de la caballería, que se extenderá el culto en Europa.

Jorge se convirtió en el protector de los cruzados en la conquista de Jerusalén (15 de julio de 1099). Como miles Christi, es decir, ‘soldado de Cristo’, se convirtió en patrón de los caballeros y soldados, y en protector de algunas órdenes religiosas militares, como la Orden Teutónica (siglo XII) o los templarios. Hacia el siglo XII, la leyenda áurea se extendió por Europa. 

Santiago de la Vorágine (1230 –1298), arzobispo de Génova, escribió la Leyenda sanctorum, una colección de fábulas sobre distintos santos. En los últimos siglos de la Edad Media, Jorge se convirtió en patrón de ciudades, burgos y casas nobles. También llegó a ser el primero de los 14 santos ayudadores como protector de los animales domésticos.

NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM