Querido
Hermano Templario, considera cuán mudables son los hombres y cuán fáciles de
dejarse engañar; tomemos el ejemplo de Nuestro Señor y de aquellos hombres y
mujeres que un día clamaban a Cristo por Rey suyo, y al poco, con diferentes
clamores, dicen que no quieren sino que viva Barrabás y muera Cristo. Sacarás
de aquí gran confusión de tu incoherencia; y procurarás de hoy en adelante, no
solo humillarte y aparejarte, viendo a Dios nuestro Señor, que es tenido en
menos que el peor hombre del mundo, sino que además serás fiel a tu compromiso
con Dios; y si en verdad tú te dices Templario, procurarás que tus actos y
palabras sean acordes a los principios que como Soldado de Dios debes de tener,
ignorando todo aquello que te digan que se aleje de la Palabra de Nuestro
Señor, y combatiendo sin descanso, a todos esos fariseos que atentan contra
nuestra fe y el mismo Dios.
Pondera las
veces que a diario, pasa entre tu carne y tu espíritu, un juicio semejante al
que tuvo Nuestro Señor con los judíos; el uno escogiendo a Cristo, el otro a la
criatura, al demonio, pues te dejas llevar por las pasiones mundanas; el uno
buscas la honra vana y perecedera de los hombres, el otro la de Dios, que es
perpetua y eterna; el uno finalmente buscas las cosas transitorias y caducas,
el otro las estables, que para siempre permanecen. De lo cual sacarás gran
arrepentimiento de haber dejado en muchas ocasiones a Cristo, bien sumo, por
cosas tan viles y despreciables, como es todo lo mundano; y con ello quiero
decir, como tantas veces has escogido y tenido en más a la criatura, al deleite
sensual y a la honra vana, que a Jesucristo nuestro Señor, en quién están
encerrados todos los bienes y tesoros de la sabiduría y ciencia infinita de
Dios.
Considera
también, Hermano, cuán lejos debes de estar, de todos aquellos que desean
sacarte del camino con palabras vanas, distraer tu mente con locuras temporales
y perderte del único fin para el que has sido creado... Servir a Dios.
Si en verdad
deseas servir a Nuestro Señor como Templario, no olvides huir de las malas
compañías que buscan tentar tu carne y extraviar tu espíritu. Estás aquí para
servir a Dios a través del Temple, no para servir al mundo y aún menos a sus
acólitos.
Fr.++++ Jose Miguel de Nicolau y Gonzalez
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA