El Himno Akáthistos, así llamado porque se recita en pie no
sentados, como de pie se escucha el Evangelio, en el que se inspira, es, junto
con la Paráclisis a la Madre de Dios, uno de los himnos marianos más célebres
de la Iglesia bizantina. Fue conocido también en Occidente, traducido en lengua
latina y últimamente ha sido ampliamente divulgado en varias lenguas modernas.
Juan Pablo II lo ha celebrado en varias ocasiones con gran solemnidad; la
última vez en la fiesta de la Inmaculada del Año Jubilar, 8 de diciembre de
2000, con la participación de varias Iglesias orientales católicas de rito
bizantino. Y ha concedido a quien lo recita la posibilidad de ganar la
indulgencia plenaria.
Su origen se remonta a la costumbre de glosar el Evangelio
de la Anunciación por parte de los Padres del siglo IV en sus homilías,
repitiendo con énfasis el saludo del Ángel a la Madre de Dios. La época de su
composición hay que fijarla en el siglo V, en el ambiente de fervor mariano
suscitado por la proclamación del dogma de la maternidad divina en Éfeso (431)
y en Calcedonia (451). Su autor sigue siendo incierto, no obstante que algunos
quieran atribuirlo al gran poeta Romano el Melode o el Melodioso.
Estructura y contenido
Tiene una hermosa arquitectura en forma de acróstico, con 24
estrofas, ya que cada una de las estrofas empieza, por orden, con una de las 24
letras del alfabeto griego.
Las estrofas impares están compuestas por una introducción
narrativa o teológica y una serie de doce alabanzas a la Madre de Dios,
precedidas por el saludo del Ángel (Ave, Salve, Alégrate, según las diversas
versiones de la palabra griega Chaire!). Estas alabanzas concluyen con la
invocación: Ave, Virgen y Esposa, en griego Alégrate, Esposa no desposada.
Las estrofas pares, que son breves, tienen el aire de una
contemplación narrativa de algún aspecto del misterio, son una alabanza
teológica o cristológica y concluyen con la exclamación Aleluya.
El Himno está dividido en dos secciones, una evangélico
narrativa y otra teológica doctrinal, de doce estrofas cada una. Todo tiene un
denso contenido cristológico y mariano, con un lenguaje simbólico de alto valor
poético. La primera parte narra poéticamente, con alabanzas a la Madre de Dios,
los episodios del Evangelio de la infancia: anunciación, encarnación,
visitación, nacimiento de Jesús en Belén, adoración de los pastores y los
magos, huida a Egipto y presentación en el templo. El lenguaje simbólico se
inspira en los misterios narrados. La segunda parte canta los misterios de la
Madre de Dios, su maternidad, su virginidad, el misterio de la Virgen Madre, su
lugar en la Iglesia, el simbolismo de su maternidad como fuente de los
misterios de la Iglesia, su protección sobre todos los fieles. La última
estrofa, con la cual se concluye el himno, aun cuando se recite parcialmente,
es una ferviente invocación a María a quien se pide la salud del alma y del
cuerpo.
El himno Akáthistos en su versión poética, que trata de
acercarse al original griego, tiene el encanto de la belleza de los símbolos y
metáforas que cantan a la Virgen María, compendio de la sabiduría y de la
belleza de Dios.
Fuente: valledeloscaidos.es
PATER Y HERMANO SERAFÍN
PATER Y HERMANO SERAFÍN
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM