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sábado, 24 de septiembre de 2016

MAESTRES

Estos importantes personajes, tuvieron diferentes destinos. Unos pasaron rápidos como cometas y otros ostentaron durante mucho tiempo su cargo. Tenemos que recordar que los grandes Maestres eran elegidos de por vida, a semejanza del Papa. A veces morían en combate, como fue el caso de Bernard de Tramelay, Gerard de Ridefort, Armand de Piregord, Guillaume de Sonnac y Guillaume de Beaujeu que murieron con la espada en la mano.
Otros como Odon de Saint-Amand murieron en prisión donde lo habían encarcelado los musulmanes por qué se negó a que la Orden pagara el rescate. Algunos renunciaron a la vida de la Orden como Pierre de Montaigu que dimitió o como Evrard de Barres que se convirtió en monje. No podemos olvidar el caso de Arnau de Torroge que fue hecho prisionero y liberado bajo la promesa de no volver a alzarse en armas contra los musulmanes. Por esta razón dimitió y se convirtió en un gran preceptor de la Orden, una clase de altos dignatarios Templarios en la que según se dice habría que buscar la "Milicia Secreta" de la Orden.
Y ya por ultimo hemos querido dejar para el final el caso del Gran Maestre Jacques de Molay en cuya persona se cometió uno de los mayores asesinatos jurídicos de la Historia, ya que fue condenado y quemado en la hoguera por la Inquisición, siendo como se sabía y se sabe totalmente inocente. (Prueba de ello es el documento encontrado por la doctora Bárbara Frale en el Archivo Secreto de Vaticano, donde el Papa Clemente V "exculpa" y absuelve a la Orden de todas las acusaciones que se le imputan, aparte de reconocer la inocencia de los altos dirigentes de la misma. Este documento se firmó el verano de 1.308, un año después de la detención de los Caballeros en Francia y cuando J. B. de Molay se encontraba preso en Aviñón).
Los Grandes Maestros Templarios, en general estuvieron a la altura de su cargo; si bien es cierto que se le puede reprochar a Molay que no reaccionara de otra forma cuando lo apresaron el 13 de Octubre del año 1.307 y que se dejara influenciar por personas a las que él consideraba "amigos" pero que en realidad tan solo buscaban enriquecerse a costa de la destrucción de la Orden. Aunque sea raro para algunos fueron 22 los Grandes Maestres, ni uno más ni uno menos, aunque hay quien gusta de introducir en esta lista a algún Maestre provincial por simpatías o equivocaciones pero la realidad es que fueron 22. Los citaremos a continuación, así como las fechas en las que adoptaron la responsabilidad del destino de la Orden y de los Caballeros del Temple. No siempre se les llamó "Gran Maestre" esto tan sólo sucedió a partir del año 1.153, anteriormente solo era llamado Maestre (este cargo pasó a pertenecer a los Maestres llamados Provinciales) sin embargo aunque fuera llamado Gran Maestre firmaban sus actas como Magíster Humilis, o Magíster Militiae Templi. El electo de forma obligatoria tenía que ser caballero y con mucha frecuencia había desempeñado un cargo importante en tierra santa. La autoridad del maestre es real pero no absoluta, pues está limitada por las acciones del capítulo o del convento (Hoy por hoy llamado Consejo magistral).

Los Hermanos del Temple deben obedecer al Maestre y este debe de consultar y en caso de discrepar aceptar la decisión mayoritaria que aquellos que componen el Capítulo o Consejo Magistral. Antiguamente sólo con la venia del Capítulo y el voto mayoritario de sus miembros puede: Modificar o añadir un artículo a la Regla. Concluir un tratado. Enajenar o vender los bienes de la Orden. Nombrar los Grandes Comendadores de Provincias. Disponer del Tesoro. Aceptar una candidatura. Retirar el hábito o condenar a la pérdida de la casa. El estudio particular de los 22 Grandes Maestres nos permite, analizando la personalidad y las acciones de cada uno, valorar mejor esa noble, apabullante y estresante función. De entrada vamos a examinar la composición de su "casa".
En sus relaciones con los Soberanos, el Maestre de Temple detentaba el rango de Príncipe y su Casa debía estar a la altura de esa posición. Estaba compuesta por: Un Capellán, hermano de la Orden. Dos escuderos, encargados de sus armas.

NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM