Estos
importantes personajes, tuvieron diferentes destinos. Unos pasaron rápidos como
cometas y otros ostentaron durante mucho tiempo su cargo. Tenemos que recordar
que los grandes Maestres eran elegidos de por vida, a semejanza del Papa. A
veces morían en combate, como fue el caso de Bernard de Tramelay, Gerard de
Ridefort, Armand de Piregord, Guillaume de Sonnac y Guillaume de Beaujeu que
murieron con la espada en la mano.
Otros como Odon de Saint-Amand murieron en
prisión donde lo habían encarcelado los musulmanes por qué se negó a que la Orden
pagara el rescate. Algunos renunciaron a la vida de la Orden como Pierre de
Montaigu que dimitió o como Evrard de Barres que se convirtió en monje. No
podemos olvidar el caso de Arnau de Torroge que fue hecho prisionero y liberado
bajo la promesa de no volver a alzarse en armas contra los musulmanes. Por esta
razón dimitió y se convirtió en un gran preceptor de la Orden, una clase de
altos dignatarios Templarios en la que según se dice habría que buscar la
"Milicia Secreta" de la Orden.
Y ya por ultimo
hemos querido dejar para el final el caso del Gran Maestre Jacques de Molay en
cuya persona se cometió uno de los mayores asesinatos jurídicos de la Historia,
ya que fue condenado y quemado en la hoguera por la Inquisición, siendo como se
sabía y se sabe totalmente inocente. (Prueba de ello es el documento encontrado
por la doctora Bárbara Frale en el Archivo Secreto de Vaticano, donde el Papa
Clemente V "exculpa" y absuelve a la Orden de todas las acusaciones
que se le imputan, aparte de reconocer la inocencia de los altos dirigentes de
la misma. Este documento se firmó el verano de 1.308, un año después de la
detención de los Caballeros en Francia y cuando J. B. de Molay se encontraba
preso en Aviñón).
Los Grandes
Maestros Templarios, en general estuvieron a la altura de su cargo; si bien es
cierto que se le puede reprochar a Molay que no reaccionara de otra forma
cuando lo apresaron el 13 de Octubre del año 1.307 y que se dejara influenciar
por personas a las que él consideraba "amigos" pero que en realidad
tan solo buscaban enriquecerse a costa de la destrucción de la Orden. Aunque
sea raro para algunos fueron 22 los Grandes Maestres, ni uno más ni uno menos,
aunque hay quien gusta de introducir en esta lista a algún Maestre provincial
por simpatías o equivocaciones pero la realidad es que fueron 22. Los citaremos
a continuación, así como las fechas en las que adoptaron la responsabilidad del
destino de la Orden y de los Caballeros del Temple. No siempre se les llamó
"Gran Maestre" esto tan sólo sucedió a partir del año 1.153,
anteriormente solo era llamado Maestre (este cargo pasó a pertenecer a los
Maestres llamados Provinciales) sin embargo aunque fuera llamado Gran Maestre
firmaban sus actas como Magíster Humilis, o Magíster Militiae Templi. El electo
de forma obligatoria tenía que ser caballero y con mucha frecuencia había
desempeñado un cargo importante en tierra santa. La autoridad del maestre es
real pero no absoluta, pues está limitada por las acciones del capítulo o del
convento (Hoy por hoy llamado Consejo magistral).
Los Hermanos
del Temple deben obedecer al Maestre y este debe de consultar y en caso de
discrepar aceptar la decisión mayoritaria que aquellos que componen el Capítulo
o Consejo Magistral. Antiguamente sólo con la venia del Capítulo y el voto
mayoritario de sus miembros puede: Modificar o añadir un artículo a la Regla.
Concluir un tratado. Enajenar o vender los bienes de la Orden. Nombrar los
Grandes Comendadores de Provincias. Disponer del Tesoro. Aceptar una
candidatura. Retirar el hábito o condenar a la pérdida de la casa. El estudio
particular de los 22 Grandes Maestres nos permite, analizando la personalidad y
las acciones de cada uno, valorar mejor esa noble, apabullante y estresante
función. De entrada vamos a examinar la composición de su "casa".
En sus
relaciones con los Soberanos, el Maestre de Temple detentaba el rango de
Príncipe y su Casa debía estar a la altura de esa posición. Estaba compuesta
por: Un Capellán, hermano de la Orden. Dos escuderos, encargados de sus armas.
NON NOBIS
DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM