Nunca
busques la amistad de quién tiene el alma impura.
No
frecuentes la compañía de hombres perversos.
Júntate con
aquellos que comparten tu misma causa e inquietud.
Hermánate
con los que tienen la mirada blanca.
Blanca,
como el manto que portan desde la noche de los tiempos, por el amor y la
grandeza de servir al único que se debe servir, pues por los designios de su
voluntad... somos quiénes somos y estamos donde debemos y queremos estar.
Escrito
está en el firmamento, que ha de llegar el día que juntos cabalgaremos por
senderos de victoria, hasta nuestro ansiado y esperado encuentro con el Padre.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA
GLORIAM