Castillo templario de Encinacorba junto a la Iglesia de Nuestra Señora del Mar.
Situada al pie de la Sierra de Algairén, se encuentra esta emblemática localidad, donde nació el afamado botánico D. Mariano Lagasca Segura. Perteneció a la Orden de los Templarios.Conserva
dentro de su casco urbano edificios renacentistas con los característicos arcos
de medio punto y junto a ellos destacan una fuente del siglo XVI, realizada en
sillería y la iglesia de Santa María que se asienta en a las bases del antiguo
castillo templario, al igual que su torre mudéjar.
Tras su
reconquista por Alfonso I el Batallador en época próxima a la célebre batalla
de Cutanda (1120), que trae como consecuencia inmediata el retroceso de las
fronteras árabes en una dilatada zona, el territorio despoblado de Encinacorba
es concedido a la naciente Orden del Temple, en el mismo año en que se
conquista la ciudad de Zaragoza. Lo cierto es que el cronista aragonés don
Jerónimo Borao nos afirma que la primitiva Carta de población de Encinacorba
data del año 1125, y que fue concedida por los Caballeros templarios a sus vecinos
y vasallos, los cuales fundan la localidad cristiana en el terreno denominado
Media-villa, y cerca de una encina torcida que atalaya el desolado paisaje. La
presencia de este solitario y robusto vegetal no sólo condiciona la elección
del asiento de la localidad, sino que se perpetúa su recuerdo imponiendo a la
nueva villa el nombre de “Encina-corba”, con el que será conocida en adelante.
La
Encinacorba templaría seguirá cerca de dos siglos dependiendo de la autoridad
suprema de los XXII sucesivos Maestres generales de la Orden del Temple. Tras
su disolución, los bienes que los templarios poseían en Aragón fueron
entregados por Jaime II a la Orden de San Juan de Jerusalén,
Una de las
familias de mayor arraigo en la villa fue la de los Azagra, linaje oriundo de
la Casa de los Señores de Albarracín, cuyo fundador fue don Pedro Ruiz de
Azagra, quien en el año 1165 se convierte en soberano independiente de dicho
Estado en virtud de donación del emir Ben Mardenis de Valencia, según unos, o
por liberal magnanimidad de Aben Lobo, Rey de Murcia, según otros.
Afincada una
de las ramas de esta estirpe en Encinacorba, se distingue por su especial
devoción a Ntra. Sra. Del Mar. Uno de los más destacados representantes de esta
ilustre familia fue don Pedro Antonio Ruiz de Azagra, que ostentó el cargo de
Procurador General de la Ciudad y Comunidad de Daroca a principios del siglo
XVIII.
Encinacorba,
como casi todas las poblaciones del campo de Cariñena, vio en el pasado, lo
mismo que en la época presente, condicionada su vida económica en la
explotación de sus ricos viñedos, que la convierten en un delicioso oasis de
verdor. Toda su tierra aprovechable está sembrada de cepas.
Durante la Edad Media, Encinacorba, tuvo la condición de plaza fuertemente defendida por un cinturón amurallado, del cual se conservaban aun vestigios en la primera mitad del siglo XIX, entre los que se descubrían restos de torreones y de puertas aspillerazas.
Hay que
destacar la Iglesia de Santa María del Mar de estilo gótico renacentista datada
en el siglo XVI y construida en ladrillo.
El castillo de origen es musulmán y fue
reconquistado por Alfonso I el Batallador tras la reconquista de la ciudad de
Zaragoza. Al morir el Batallador, para cumplir su testamento, fue entregado a
la Orden del Temple, cumpliendo su última voluntad.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM