Quizás, alcanzaba a ver esta nuestra tendencia a lo ritual, antes que a una auténtica conversión expresada en acciones y comprendió que la percepción de un Dios que siempre concede lo pedido, no iba a suscitar un deseo de superar nuestras flaquezas y limitaciones...
Templarios y caballeros, lo cierto y lo trascendental es que fue claro y firme en su Primera Carta, preciso y certero, desde hace dos mil años, nos recuerda que el amor a Dios pasa necesariamente por el amor al prójimo: ¿Cómo podrás amar a Dios a quien no ves, si no eres capaz de amar a tu hermano a quien sí ves?
Entonces, no nos engañemos. El amor y la fe, en sentido cristiano no son una abstracción, ni menos un discurso. Pasa necesariamente por obras. En otras palabras. Dios se presenta a ti a través del prójimo, y es ahí donde debes demostrar verdaderamente la magnitud de tu fe, de tu paciencia y tu templanza, porque si no amas a tu hermano no eres un digno soldado de la Blanca Milicia de Cristo.
Caballeros y templarios y es, sorprendentemente, tan vigente, la inconsistencia de nuestra fe, que ha terminado por convertirse en una costumbre rutinaria, repetitiva, robótica, pero carente de una convicción, de un sentimiento auténtico, y sobre todo del testimonio que respalde nuestras palabras. Por ello, recuérdalo cuando no ayudes a tu padre, a tu hijo, a tu amigo, a tu compañero, a los que han sufrido las inclemencias de la vida.
Es que todos, o casi todos hablamos de Dios, pero quién sabe si no hasta el asesino ora antes de apretar el gatillo. Y quién sabe si bendecimos al hermano antes de hacerle daño por acción u omisión...
Dicho en pocas palabras, si no amas a tu hermano siempre te faltará algo, porque es como la Fe, que sin obras es vacía, muerta y estéril, es algo que nunca debería pasar, así que oremos todos que esto no pase, para mayor gloria de Dios nuestro Señor.
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HERMANA + LOREDANA
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM