San Miguel Arcángel, a ti dirigimos nuestras súplicas y
nuestras plegarias, eres acreedor de nuestra fidelidad incondicional, y el amor
que compartimos por nuestro Señor Jesucristo. No nos desampares jamás, porque
nos quedan muchos vallés tenebrosos de muerte que atravesar todavía. Muéstranos
la brillante luz que emana tu ser celestial, alúmbranos y guíanos en el camino
que nos lleve al amanecer eterno, para yacer en la gloria y en el calor del
regazo divino del Padre, qué pacientemente esperará con amor fraternal a su
blanca milicia. Amén.
Defiéndanos en la batalla; sea nuestra defensa contra la
maldad y trampas del diablo. Mayo Dios lo reprende, nosotros oramos
humildemente. Y lo hace, príncipe de O del organizador celestial, por el poder
de Dios el empujón en el infierno Satanás y todos los espíritus malos que
rondan sobre el mundo para la ruina de almas. Amén.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM