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lunes, 6 de abril de 2020

REFLEXIONES DEL MAESTRE


Querido Hermano Templario, considera que estando Cristo nuestro Señor subido en una pequeña embarcación con sus discípulos, se durmió, y al punto se levantó en el mar una gran tempestad. Y aquí hemos de considerar dos cosas. La primera, que si la navecilla en que navega Cristo padece tormenta donde el demonio no es piloto, esto es, si el alma del justo y santo es atribulada y afligida con tentaciones y trabajos, la del malo y pecador que está en pecado mortal, ¿que padecerá?. La segunda, como todos los que llegan al servicio de Dios, de ordinario padecen tempestades y tentaciones, que así lo dice el Espíritu Santo: " hijo, al determinarte a servir a Dios, te has de preparar para la tentación". Y así muchas veces permite Nuestro Señor que se levanten contra nosotros bravas tempestades de persecuciones y tentaciones; y Él se nos hace como el dormido, como quién se descuida de nosotros. Sacarás de aquí deseos de resistirte a la furia de tus tentaciones, que Dios te dará la mano al tiempo de la mayor necesidad, y te sacará del peligro, como sacó y libró a sus Apóstoles, porque acudieron a Él, y le pidieron su favor y ayuda.

Pondera como viendo los Apóstoles que su trabajo era en vano, acudieron luego a Dios para que los ayudase y le dijeron: "Señor, libradnos, que perecemos". Pondera como Nuestro Señor se hizo el dormido, no acudiendo de pronto a remediar a sus Apóstoles, aunque veían su peligro, lo uno para que echasen de ver cuán poco podían sin Su ayuda; y lo otro, porque quiso que le llamasen al tiempo de la necesidad. Reflexiona, también, cuán negligente has sido tú en las tormentas de las tentaciones en qué te has visto de acudir a Cristo nuestro Señor, pidiéndole su favor y ayuda, y de aquí ha venido que muchas veces se ha anegado la navecilla de tu alma, siendo tú en ella vencido y hundido. Por ello hemos de sacar de aquí deseos de acudir a Dios en todo tiempo para que nos ayude, y especialmente en el de las tentaciones y trabajos diciendo: "Señor, libradme de esta tentación que causa esta tempestad en mi alma; libradme de este vicio y de este peligro para mi alma". Qué siendo este Señor llamado con fe y confianza, te socorrerá y dará sosiego, paz, y quietud a tu alma.

Considera Hermano, que al despertar Cristo, respondió a sus discípulos, y les dijo: "Hombres de poca fe, ¿porque temeis?" Como quien dice: "Estando Yo en vuestra compañía no hay que temer". Por ello, Hermano, sacarás de aquí deseos de ser Soldado de Cristo, para saberle seguir por donde quiera que fuere, por mar y por tierra, por montes y valles; no haya peligro ni trabajo que te haga desamparar Su santa compañía, ni turbarte aunque te veas con el agua de las tribulaciones al cuello, o la soga de las tentaciones en la garganta, si no quieres ser reprendido de Cristo nuestro Señor; pues son muchas veces las que lo hacemos tan mal y tenemos tan poca obediencia a sus mandamientos, que nos olvidamos que hemos sido criados y formados para obedecerle y servirle como verdaderos Soldados de la Blanca Milicia de Cristo.

NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM