Hermano del
Temple, considera lo que es el Corazón de María mirado con relación a los
hombres, a quienes se propone como fin de su devoción. El es el objeto más
amable, más tierno y afectuoso que puede imaginarse. Es el Corazón de aquella
divina Señora, cuyo imperio se extiende sobre todas las criaturas, y a cuyo
mandato se someten los cielos, la tierra y el mismo infierno.
Es el Corazón de
la Madre más amante de sus hijos, por los cuales se ha sometido gustosa a las
más dolorosas penas, y de quienes nunca se olvida, aunque sea Ella olvidada y
ofendida. Es el Corazón de nuestra Abogada poderosa e interesada vivamente por
nuestro bien, y de la que es nuestro consuelo y refugio.
Este precioso Corazón
es el manantial inagotable y la fuente perenne de la caridad, de la compasión,
de la Misericordia, de la ternura que nos tiene la Santísima Virgen. Es también
el centro de los inmensos dolores que padeció está divina Madre por la
redención y salvación de los hombres. Y, finalmente, Él es el modelo con que
debemos formar nuestro corazón, modelo de la humildad más profunda, de la
pureza más angélica, de la más suave dulzura, de la Caridad más tierna, del
amor más afectuoso, y de todas las demás virtudes.
De este Corazón, como de su
fuente, nace la compasión que la mueve a consolar a los afligidos, dar salud a
los enfermos, auxilio a sus devotos, y alegría a los tristes. Pondera
aquí, Hermano Templario, los poderosos y eficaces motivos que deben despertar y
fomentar en ti, como Templario, tu devoción al Inmaculado Corazón de María.
Fr. ++++ José Miguel
de Nicolau y González
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM