Querido Hermano Templario, para que nosotros nos mantengamos
firmes siempre en el buen camino, hemos de conocer los enemigos que debemos
combatir y las armas con que los debemos vencer. Estos enemigos, son tres: el
mundo, el demonio y la carne. Para haceros tropezar y caer se sirve del respeto
humano, o del que diran, el mundo corrompido y corruptor; de la asechanza y
astucia, el demonio astuto y tentador, y de las ocasiones y peligros de pecar,
la carne y débil y flaca. ¿Cómo habéis de vencerlos vosotros? Con el desprecio,
con la oración y con la huida. ¡El qué dirán!, es el arma poderosa y terrible
con que está derribando cada día el mundo y precipitando a innumerables almas,
primero en el abismo del pecado y luego en el abismo del infierno.
¡Qué dirán! He aquí el temor pueril, necio, ridículo,
incoherente, que a no pocos impide hacer una acción buena, o induce a cometer
otra mala, solo por consideración a lo que pueda luego murmurarse de ellos.
Pues bien, a este maldito qué dirán debéis oponer vosotros el más profundo y
soberano desprecio. ¡Que dirán! Digan lo que quieran. ¿Debéis, por ventura,
guiaros por lo que el mundo diga? ¿Sois acaso secuaces del mundo? ¿No sois más
bien discípulos de Jesucristo? Y si sois discípulos de Jesucristo, ¿no sabéis
que vuestro Divino Maestro ha anatemizado al mundo? ¡Ay del mundo necio!
exclama. ¿No sabéis que prohíbe a los cristianos ser del mundo? "Vosotros
no debéis ser del mundo" ¿No sabéis que el espíritu del mundo es
diametralmente opuesto al espíritu de Jesucristo? "El mundo no puede
recibir mi espíritu".
Hermanos, ¿No sabéis que Jesucristo ha dicho: "No
temáis al mundo vencido, derrotado por Mí". ¿Y vosotros haríais caso del
qué dirán del mundo? ¿Y por el qué dirán del mundo dejaríais de hacer el bien y
os arrojaríais a obrar el mal? Además, ¿creéis que siguiendo al mundo le habéis
de contentar? El mundo es un loco, un maniático que jamás está contento; que
hoy dice sí, y mañana dice no; que al bien llama mal, y al mal llama bien, que
lo blanco lo mira como negro y lo negro como blanco. En suma, según reza un
antiguo proverbio, ¿no sabéis que al bien y al mal vivir siempre tiene el mundo
que decir? Dejadle, pues, no le hagáis caso, que el mundo es un ciego conductor
de otros ciegos y vosotros sois Soldados de Dios.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM