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miércoles, 27 de enero de 2021

REFLEXIONES DEL MAESTRE


Querido Hermano Templario, considera que la confesión es el tribunal de la Misericordia infinita de Dios... es la expansión del alma afligida en el amor... es la medicina más eficaz para curar de raíz todas las dolencias secretas del espíritu humano... bálsamo divino de celestial dulcedumbre para el corazón herido por los desengaños del mundo y por los pecados... luz, guía y consuelo para el alma tentada y atribulada... Arcoíris de paz para el pecador abrumado con la desesperante carga del remordimiento cruel... La confesión Hermanos, es la dádiva más preciosa que manó del Corazón de Cristo en la Cruz.

Y después de ella, podemos comulgar, es decir, tener la dicha incomprensible de recibir a Jesucristo real y substancialmente... es tener la dignidad de albergar personalmente en nuestra humilde morada al Hijo de María Inmaculada... y apretarlo contra nuestro corazón... y estrecharlo en nuestro seno... acariciarlo y regalarlo dentro de nuestro pecho mejor que el anciano Simeón... Es ser rico con todas las riquezas del Hijo de Dios hecho hombre... ser dueño de su cuerpo, alma, divinidad y méritos infinitos... es juntar, con la unión más íntima, nuestro corazón con el corazón de Cristo, para divinizarlo con este sagrado contacto.

Por ello, Hermano Templario, después de haberte confesado y antes de comulgar, debes adornar tu corazón con afectos de humildad y de confianza... con actos de virtudes de fe, esperanza y caridad, para ser así digno de recibir dentro de ti, el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo.

Fr.+++ Jose Miguel de Nicolau y Gonzalez

NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM