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martes, 26 de junio de 2018

TERCERA INVESTIDURA DEL AÑO 2018

SMOTH-MIT
Junio  año 900 del Temple.

 
Aún con el cansancio acumulado de una semana de trabajo, mi cuerpo empieza a funcionar con la tranquilidad que proporcionan las horas de la mañana, me dedico a ordenar mis pensamientos que este fin de semana he de vivir.

Sábado ya en el Monasterio de Priego, donde ya hay varios caballeros y postulantes.
Comienzo a saludar a los Hermanos y Hermanas y a los aspirantes a caballero y damas a los que pronto llamaré “mis Herman@s”. El lugar, el monasterio de Priego invita al sosiego a la paz. Las vistas de la serranía donde se halla, llenan el alma y los sentidos de buenas energías, como no puede ser de otra forma, la compañía de mis Herman@s que me llenan de fuerzas, que no dudan en prestármela. ¡Qué grandes son todos mis Herman@s!.

Reunidos en el monasterio caballeros del Gran Priorato de España la milicia de los pobres caballeros de Cristo, caballeros del Priorato de los pobres templarios de Cristo y del Gran Maestrazgo Internacional.
Pasamos la tarde charlando, respondiendo y  aclarando dudas, comentando temas de la Orden. La hermandad que se respira es indescriptible, tanto con los caballeros, damas y  postulantes a los cuales nunca se han visto, se empieza a crear ese vinculo de fraternidad tan especial. Nos une la Orden del Temple y nuestro amor a Cristo.

Según nos abandona la luz del dia, los que en pocas horas pasaran a ser caballeros y damas de la blanca milicia de Cristo, empiezan a ponerse un poco nerviosos. Comienzan la vela de armas, todo se desarrolla sin problemas. Algún que otro nervio. El estrés de lo no vivido, los caballeros y damas que se han de investir velaran sus hábitos y espadas, serán dignos de pertenecer a la Orden. 

Llega el momento de concluir la vela  bien entrada la madrugada. Los caballeros hemos velado con ellos de forma activa y pasiva y nos sentimos satisfechos. Los postulantes encantados y reafirmados en su voluntad y decisión de pertenecer al Temple, y a esta gran familia.


Llega el alba, se pasa a la siguiente ceremonia, la ceremonia privada. Apenas hemos dormido pero estamos cargados de energía. Aún nos queda mucho que vivir y compartir espiritualmente con nuestros Herman@s. Y todos juntos, sumamos nunca restamos, es estupendo trabajar así, codo con codo con mis Herman@s.



Termina el acto. La sensación de colaboración entre todos en trabajar hacia la misma dirección hace que salgamos de la ceremonia satisfechos, el trabajo bien realizado por personas que aunque no se habían visto hasta hace unas cuantas horas atrás, han sabido hacer correctamente  su que hacer en las diferentes ceremonias, porque lo hacemos todos para la mayor gloria de Dios.



Se  reponen las fuerzas, aún nos queda la investidura pública a los que ya, puedo considerar mis hermanos. Llega el sacerdote. Comenzamos la eucaristía y pasamos a reconocer públicamente a nuestros nuevos Herman@s. Sin duda el momento más esperado de todos, no solo porque es compartido con la familia.


El momento en que el Gran Maestre nombra caballeros y damas de la Orden del Temple a los que fueron postulantes, es la culminación de un proceso y el despertar a una nueva realidad, nos une la Orden  y ha cambiado nuestras vidas. Somos una gran Familia. Vivencias o  sentimientos que se salen de lo común. Me he sentido lleno  por la emoción de ver y estar al lado de mis Herman@s de armas. De felicidad y orgullo. Para mayor gloria de Dios.



Ha concluido la ceremonia, todos nos abrazamos y felicitamos por la alegría que nos embarga, es la hora de las fotos y los recuerdos. Llega la hora de la comida, disfrutamos de una comida de hermandad con la tranquilidad que da el trabajo bien hecho. Las anécdotas, llenan la sala en la que nos reunimos a comer, una Gran Hermandad.


Ya terminada la comida pasamos al capítulo, tenemos que hablar aun de muchas cosas y escuchar el discurso del Gran Maestre, que como siempre supera las expectativas de todos y nos llena de fuerzas  para seguir avanzando y lograr nuestros objetivos.

Llega la hora de la despedida, es un hasta luego, nunca un adiós, por lo que sabemos que  nos volveremos a ver, seguramente en la próxima investidura, sabemos  que nos veremos tarde o temprano. Un FTAT.


NON NOBIS DOMIINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM