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martes, 30 de agosto de 2016

LA TRADICIÓN


¿Qué es, por tanto,  la Tradición?

Dice la autoridad lingüística, el Diccionario: “transmisión oral de padres a hijos de hechos históricos, creencias, doctrinas religiosas, etc…; costumbre que ha prevalecido de generación en generación”. Si vamos al latín, nuestra lengua madre,  define la tradición como “entrega de algo, cesión, enseñanza, explicación o transmisión histórica”.

Y sin embargo, cuando se habla de Tradición, los defensores apasionados de la misma suelen identificarla como algo inamovible, sagrado, intocable, ajeno a cualquier adaptación o cambio por considerarla perfecta, ya que, según ellos, así se estableció en origen. De este modo se llegan a defender, hasta con las armas en la mano, orígenes míticos diversos, teorías varias, costumbres que pueden llegar a ser inhumanas… Defender contra viento y marea la validez de algo porque en su origen fue de un modo determinado, seria, por poner un ejemplo “casero” , empeñarse en seguir utilizando un mueble viejo comido por la carcoma que no sirve para  nada, en contraposición a uno tradicional, con plena utilidad, hecho de buen nogal por un artesano diestro.

Un examen cuidadoso evidencia que, si se trata de una transmisión de hechos o de creencias, es algo que forma parte del conocimiento humano, es decir de la cultura histórica, y si es sólo una costumbre que ha prevalecido durante un tiempo determinado, de ningún modo puede ser inamovible ni intocable, de lo contrario aún estaríamos viviendo en las cavernas y cazando animales salvajes para poder comer, o legitimando la esclavitud entre otras costumbres absolutamente desacreditadas.
En el caso templario ¿conocemos nuestra Tradición o nos limitamos a saber que eran unos caballeros que defendían cristianos?  ¿O bien únicamente respetamos la transmisión de sus hazañas a mayor gloria de Dios? Ambas posiciones son respetables, pero en la actualidad, en pleno siglo XXI, poca cosa nos aporta.

Por tanto, quizá haya que volver a los orígenes, no por considerarlos intocables, sino para investigar las causas y los motivos de su aparición junto a su ética, sus valores y la espiritualidad que los impulsaba y ver si nosotros podemos ser sus dignos herederos actuales.

En primer lugar, el propósito fundacional de la Orden fue organizarse como caballería armada para defender de los peligros del camino a los cristianos que emprendían el viaje a Tierra Santa. No entraremos en la organización de las Cruzadas ni en la forma en que desarrollaron su actuación , sino en los principios éticos y espirituales que guiaban a  los “pobres soldados de Cristo y del Templo de Salomón”.

El prólogo de la Regla se dirige a: “todos aquellos que deseen servir con el corazón puro al verdadero Rey Soberano” y añade duras palabras “contra el orden de la caballería que desprecia el amor a la justicia, no defendiendo a los pobres… prefiriendo robar, despojar y matar”. Sigue recomendando “ser parcos en el comer y beber, huir como de la peste de la rivalidad, la envidia, la calumnia, las murmuraciones y la maledicencia, tratarse entre hermanos con buenas maneras, acudir al socorro de un hermano aún a riesgo de la propia vida ….”

En función de estos principios, hoy dia resulta fácil aceptar ser templario y cumplir con sus postulados sin necesidad de ir armados a los Santos Lugares.

La Regla habla del amor a la justicia, aspecto que incluye el respeto y el cumplimiento de leyes justas y la oposición y lucha contra las injustas que facilitan el robo, la estafa y demás delitos cuyas víctimas suelen ser los más pobres o de escasos recursos, es decir es precisa la honradez. El ejemplo más evidente lo tenemos en el origen de la actual crisis económica que nos azota.

Cita la prohibición de murmurar, maldecir, calumniar, envidiar… En la actualidad, basta leer algunas publicaciones u observar la conducta de numerosos políticos o de gente que llega a ocupar lugares gerenciales en empresas varias.

Asimismo, acudir en socorro de un hermano y en general de los desvalidos y necesitados, es decir, colaborar en proyectos o instituciones benéficas sin ánimo de lucro.

Y, muy especialmente, los templarios fueron hombres cuyo valor impresionaba a sus mismos enemigos. En la actualidad, también se necesita valor y mucho  para denunciar situaciones de explotación e injusticia, no tan lejos como en una oficina o en un despacho oficial.

Todo ello, resume, en medio de un espíritu de generosidad universal.

Fuentes:

- Georges Bordonove, “La vida cotidiana de los templarios en el siglo XIII”- Ed. Temas de Hoy, 1993.

- Andreas Beck. “El fin de los templarios. Un exterminio en nombre de la legalidad”. Ed. Península, 1996.

Angeles Casanovas y Jordi Rovira, “La Orden del Temple, entre la guerra y la paz”. Ed. Rafael Dalmau, 2005.

- Amin Maalouf, “Las cruzadas vistas por los árabes”.Ed. Alianza, 1983.
  

Ideal: servicio y auxilio al necesitado, espíritu de generosidad universal, consolación a los enfermos, honestidad, fraternidad, defensa de los perseguidos por su fe.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM