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domingo, 15 de mayo de 2016

TENSAR LA CUERDA



Normalmente en las relaciones entre personas, tanto en el ámbito laboral, profesional,  en la hermandad del Temple... podemos encontrar diferentes partes. Partes que tienen un cometido, una función ó una razón de ser. Los problemas entre estas partes, pueden aparecer por diversos motivos, múltiples motivos, ya que el peso de la responsabilidad, la exigencia del desempeño u otros factores propician el nacimiento de puntos de fricción, de rozamiento, o de desencuentro.

Por eso, las partes involucradas en un trabajo deben de estar dotadas de un líder, o lideres que sean capaces de lubricar estas fricciones, que surgen espontáneamente, sin necesidad de provocarlas o crearlas. La naturaleza humana es la que es y da lugar a estos problemas de comunicación, entendimiento o competencia bien por la intromisión de uno en el campo del otro, bien por omisión de las responsabilidades del uno o bien por el ninguneo por parte del otro.

Pues bien, si vemos que las fricciones, los desencuentros, surgen de manera espontánea en cualquier agrupación de personas o de hermandades, el encontrarnos con alguien que las promueva de una manera deliberada, causa estupor, indignación y cuando menos, sorpresa. Está claro que sus intenciones están muy alejadas del objetivo común, por el que en teoría luchan las diferentes partes.

La actitud de tensionar es siempre una mala actitud, salvo que se busque destruir, quizás con la esperanza de salir de las cenizas para erigirse en salvador y … de la nueva era. Sólo así es comprensible. Pero claro, el que adopta esta postura debe encontrarse con que la otra parte le mantenga la tensión, entre al trapo, tenga miedo de perder a esa parte. Es cuando el "tensor" se siente poderoso, realizado, importante.

Pero... ¡AY! ¿Si la otra parte no entra en el juego? ¿Qué pasa?...  nada para el conjunto de partes que siguen luchando por ese proyecto común, incluso esa tarea conjunta puede verse beneficiada, con la desaparición de ese lastre que hacía perder parte de las energías y recursos en ese duelo absurdo. Duelo, muchas veces de egos, en que ciertas personas  se olvidan de su parte, de su cometido y sólo se acuerdan de lo importantes que son ellos para la causa.

La mejor respuesta a este tipo de actitudes irresponsables y dañinas para el conjunto de las partes y para el fin mismo, es verles el órdago, devolverles la cuerda, no entrar en estirar la cuerda que ponen ahí para tensarla hasta el infinito. Se quedan desarbolados... no me necesitan, no cuentan conmigo...me ningunean...Y así, pensando, pensando, la parte tensora, destensada y en evidencia no tiene más recurso que la soflama facilona, la difamación de las otras partes, la de erigirse en víctima.

¡Pobre víctima! ¡Qué mal jugador eres!

 

Si lanzas un órdago y lo pierdes no vale descalificar a la otra parte, lo has lanzado, has perdido, levántate con dignidad y paga... no emponzoñes y trates de que la parroquia mire mal a los que te han aguantado el órdago y te lo han ganado.


NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM