Querido Hermano Templario, considera que cuando Jesucristo
nuestro Señor se transfiguró y quiso hacer de la tierra cielo, y mostrar su
gloria y hermosura, se retiró y apartó a lo alto de un monte, llevando consigo
solo tres discípulos de los más amados y familiares, donde nadie sinó ellos
gozasen de los consuelos y regalos que aquella noche en su transfiguración les
había de hacer; y para mostrarse desfigurado en el monte Calvario, y lleno de
afrentas e ignominias, quiso que fuese al mediodía, y que todo el mundo
estuviese delante. Pondera que no a todos los justos hace Dios estás mercedes y
regalos, de que gocen de la gloria de su transfiguración, sino a los más
fervorosos y queridos. De lo cual sacarás cuánto te importa ser riguroso en el
amor de Dios y cuánto daño hace un malo en una comunidad de buenos Hermanos,
por ello procurarás ser de los buenos, de los elegidos, y merecer asi la
gloria, no solo por tus méritos, sino porque animes a tus Hermanos a seguirte y
trabajar con fervor en la fe para caminar por el camino recto que conduce la
gloria.
Considera además, que tus pecados fueron causa de que aquel
Cuerpo Santísimo careciese todo el tiempo que vivió en este mundo de la gloria
que mostró tener en su transfiguración, y de que quedase pasible y mortal; y ya
que se la dió, fuese por tan poco tiempo, queriendo más proseguir el negocio de
nuestra redención, y padecer y morir con gran ignominia por los hombres, que
descansar y gozar acá de Su gloria. Sacarás de aquí dos cosas: la primera sea,
deseos de amar mucho más al trabajo y el padecer con Cristo en el monte
calvario, que gozar del descanso en el monte Tabor; la segunda, lo mucho que te
importa ser muy amigo de la oración, y de aprovechar en ella, si quieres
transfigurarte en la imagen de Dios; porque como ya dije muchas veces, la
oración es la que trueca y muda la vida de eterna en celestial, y de humana en
divina.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM