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domingo, 5 de abril de 2020

EL CANTO "AKATHISTOS" A LA MADRE DE DIOS


El Himno Akáthistos, así llamado porque se recita en pie no sentados, como de pie se escucha el Evangelio, en el que se inspira, es, junto con la Paráclisis a la Madre de Dios, uno de los himnos marianos más célebres de la Iglesia bizantina. Fue conocido también en Occidente, traducido en lengua latina y últimamente ha sido ampliamente divulgado en varias lenguas modernas. Juan Pablo II lo ha celebrado en varias ocasiones con gran solemnidad; la última vez en la fiesta de la Inmaculada del Año Jubilar, 8 de diciembre de 2000, con la participación de varias Iglesias orientales católicas de rito bizantino. Y ha concedido a quien lo recita la posibilidad de ganar la indulgencia plenaria.

Su origen se remonta a la costumbre de glosar el Evangelio de la Anunciación por parte de los Padres del siglo IV en sus homilías, repitiendo con énfasis el saludo del Ángel a la Madre de Dios. La época de su composición hay que fijarla en el siglo V, en el ambiente de fervor mariano suscitado por la proclamación del dogma de la maternidad divina en Éfeso (431) y en Calcedonia (451). Su autor sigue siendo incierto, no obstante que algunos quieran atribuirlo al gran poeta Romano el Melode o el Melodioso.

Estructura y contenido

Tiene una hermosa arquitectura en forma de acróstico, con 24 estrofas, ya que cada una de las estrofas empieza, por orden, con una de las 24 letras del alfabeto griego.

Las estrofas impares están compuestas por una introducción narrativa o teológica y una serie de doce alabanzas a la Madre de Dios, precedidas por el saludo del Ángel (Ave, Salve, Alégrate, según las diversas versiones de la palabra griega Chaire!). Estas alabanzas concluyen con la invocación: Ave, Virgen y Esposa, en griego Alégrate, Esposa no desposada.

Las estrofas pares, que son breves, tienen el aire de una contemplación narrativa de algún aspecto del misterio, son una alabanza teológica o cristológica y concluyen con la exclamación Aleluya.

El Himno está dividido en dos secciones, una evangélico narrativa y otra teológica doctrinal, de doce estrofas cada una. Todo tiene un denso contenido cristológico y mariano, con un lenguaje simbólico de alto valor poético. La primera parte narra poéticamente, con alabanzas a la Madre de Dios, los episodios del Evangelio de la infancia: anunciación, encarnación, visitación, nacimiento de Jesús en Belén, adoración de los pastores y los magos, huida a Egipto y presentación en el templo. El lenguaje simbólico se inspira en los misterios narrados. La segunda parte canta los misterios de la Madre de Dios, su maternidad, su virginidad, el misterio de la Virgen Madre, su lugar en la Iglesia, el simbolismo de su maternidad como fuente de los misterios de la Iglesia, su protección sobre todos los fieles. La última estrofa, con la cual se concluye el himno, aun cuando se recite parcialmente, es una ferviente invocación a María a quien se pide la salud del alma y del cuerpo.

El himno Akáthistos en su versión poética, que trata de acercarse al original griego, tiene el encanto de la belleza de los símbolos y metáforas que cantan a la Virgen María, compendio de la sabiduría y de la belleza de Dios.

Fuente: valledeloscaidos.es

PATER Y HERMANO SERAFÍN

NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM