Templario,
caballero y guerrero, fuimos historia y ya somos leyenda, te reconozco, sé que
hemos estado juntos en multitud de batallas, en otras vidas, en otros tiempos
en el que nuestros caminos se separaron, dejando nuestros corazones y nuestras
almas en sumida en un vacío, que solo a través del aprendizaje tendría que
enriquecerse un tiempo después y te dije: ¡Nos volveremos a encontrar!
Caballero y
templario, nos juramos lealtad antes de darse nuestro reencuentro... Tú, venías
dolido de otro cuerpo, sufriendo de las experiencias de otra piel... Yo venía
marcado por heridas punzantes, por espinas clavadas por aquí y por allá y
pensaba... Continuar tu camino cuando crees que ya no puedes más, es lo que te
hará diferente de otros, porque un templario, caballero y guerrero no renuncia
a lo que defiende, ni a su fe, porque lo guía el amor de nuestro Señor en lo
todo lo que hace. Todo templario toma todo como un desafío y jamás abandona. Un
templario lucha, pero no lucha por odio, lucha por sus creencias y por su fe.
El verdadero
valor de un templario se encuentra en la grandeza de su alma y en la pureza de
su corazón, no en cosas materiales que son las que menos valor tienen y a las
que menos importancia se les debe otorgar.
Templario y
caballero, guerrero, si te pones pruebas, supéralas, es un reto, pero disfruta
al superarlas y alcanza tus metas sin miedo, sin rendirte. Porque un templario,
un soldado de Dios es fuerte, lucha, y jamás se rinde.
Templarios y
caballeros, no hay que olvidar que fuimos historia y ya somos leyendas, que en
nuestro camino siempre nos marcamos una meta, una dirección y este es mucho más
que un resultado.
Caballeros
templarios, el encuentro con otras personas transforma la vida, pero el
encuentro con uno mismo transforma el alma, para la mayor gloria de nuestro
Señor.
HERMANA + LOREDANA
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA
GLORIAM