Pollensa es uno de esos pueblos mallorquines que poseen un
encanto especial que los hace especiales y únicos. Es posible que no tenga la
fama turística de otras zonas de la isla pero lo cierto es que el que viene
aquí siempre repite. Y cuando se va a Pollensa una de las visitadas obligadas
es hacer la subida del Calvario, una hermosa escalinata compuesta de 365
escalones, uno por cada día del año, y en cuya cima hay una sencilla ermita y,
lo mejor de todo, una extraordinaria vista de todos los alrededores.
Cada año miles de personas desfilan por las calles que
llevan al Calvario para disponerse a subir todos sus escalones, de orígenes
templarios, y comprobar con sus propios ojos la belleza de sus vistas y el
encanto del lugar. Sus escalones son bajitos por lo que pueden subirse sin
problema ninguno, a excepción de las personas con problemas de movilidad. En
ese caso, lo recomendable es ir hasta allí en coche por el otro lado,
accediendo por un desvío que hay indicado desde la carretera que va de Pollensa
a Soller.
Pero lo más bonito, sin lugar a dudas, es ir por las
escaleras del Calvario. Es una bonita subida empedrada a lo largo de la cual
hay cipreses y casas a ambos lado que hacen más agradable la vista, a la vez
que dan un poco de sombra en verano, lo cual se agradece mucho en según qué
meses. A lo largo del camino también hay algunos banquitos, así como 14 cruces
de tres metros de altura que recuerdan el calvario que sufrió Jesucristo en su
camino al monte de Gólgota donde fue crucificado.
Una vez se llega arriba, merece la pena pararse un rato para
divisar las magníficas vistas de todo el pueblo, de la Serra de Tramuntana y de
la preciosa bahía de Pollensa. Una panorámica de 360 grados preciosa mires
donde mires. También es muy especial subir por la noche cuando el ambiente se
convierte en mágico al contemplar el entorno a oscuras tan solo iluminado por
las luces del pueblo y la luz de la luna. La pena es que no pueden contemplarse
las vistas de los alrededores pero aún así vale la pena porque realmente tiene
un algo especial que aporta al lugar romanticismo y encanto.
La capilla del Calvario es una pequeña ermita de planta
elíptica y ábside semicircular que fue construida a finales del siglo XVIII. Es
bastante sencilla pero al mismo tiempo especial por el enclave en el que se
encuentra. Durante la Semana Santa el Calvario se convierte en uno de
los puntos de referencia en Mallorca ya que es famoso por celebrar allí el
descenso del Viernes Santo, una ceremonia declarada de interés turístico desde
1968. Esta procesión tiene lugar al anoche cuando se desclava el Cristo del
Oratorio para llevarlo en procesión hasta la parroquia de la Madre de Dios de los Àngeles, patrona de Pollensa, y cuyo templo se ubica en el casco antiguo del
pueblo.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM