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jueves, 23 de febrero de 2017

TOLEDO


Hermanos y Hermanas del Maestrazgo en su visita por Toledo.
Que hablar de tan bella ciudad, al recorrer aquellas tortuosas callejuelas Cuando uno se adentra en ella las que van desde la iglesia de San Miguel, en la parte alta del norte del casco histórico de Toledo, hasta la Catedral, casi se puede imaginar cómo vivían los caballeros de la Orden del Temple en la Edad Media, llenas de tan bellos monumentos, y de recuerdos Templarios. 
Algunos lugares donde los caballeros del Temple pudieron estar asentados, aparte de muchas leyendas relacionadas con ellos y sus símbolos.
Dejando la Catedral en dirección a la ya citada iglesia de San Miguel, hay una serie de lugares que empiezan en la calle del Locum y que también tienen reminiscencias templarías en sus nombres, como la Plaza de la Cabeza, actual Abdón de Paz, tal vez asociada al famoso «bafomet», supuesto ídolo o deidad cuyo culto se asoció a la Orden, o el Callejón del Toro, que deriva de la tau de oro de los templarios.

Sin embargo, es la iglesia de San Miguel el Alto la que conserva más simbología templaría. Posee en su suelo algunas lápidas y ya desde el siglo XII fue lugar de enterramiento. Dentro de sus muros se conserva un capitel gótico con el escudo de la Orden del Temple, que también aparece grabado en una de las campanas.

No muy lejos de allí, como posible enclave templario el antiguo Hospital de San Bartolomé, otro de los santos relacionados con la Orden.


El castillo de San Servando, un importante punto templario, que ocupa una estratégica ruta de acceso a la ciudad, protegiendo el puente de Alcántara, fue castillo de la Orden del Temple hasta 1308 y ha sido fuente de misterios y leyendas.
El enclave de San Martín de Montalbán, donde tanto la ermita como el castillo fueron donados por Alfonso VIII a los templarios en el siglo XII, pasando a formar parte de una de las veintisiete bailías con las que contaban en la Península Ibérica.
Que contaros solo deciros que todo aquel buen Templario debería visitarla.



NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO D

GLORIAM