- 1 : La Mallorca Islámica estaba dividida en doce distritos, de
los cuales el de la capital comprendía las actuales comarca de Ciudad, Calvià,
Andratx, parte de Banyalbufar, Estallencs, Puigpunyent y Marratxí, y el de
Manacor, aproximadamente su término actual más el de Felanitx, Porreres, Sant
Llorenç y algunas tierras. Los diez distritos restantes eran el de Petra
aproximadamente, los términos de Sineu, Lloret, Sant Joan y Villafranca , el de
Montuïri con los de Llucmajor, Campos,
Santanyí, y Ses Salines, el de
Canarrosa que comprendía Alaró, Lloseta,
Sencelles,Costitx, Binissalem, Santa María, Consell y Santa Eugenia, el de
Artà con Son Servera y Capdepera-, el de Muro con María de la Salut, Llubí y Santa
Margalida, el de Pollensa con Alcudia, el de Almallutx con Escorca, el de Inca con Búger,Campanet, Mancor, Sa Pobla y Selva,
el de Sóller con el de Fornalutx, y el
de Bunyola con Deià , Valldemossa,
Esporles y la parte de Banyalbufar que no correspondía a Ciutat.
Algunos de estos topónimos no corresponden,
necesariamente, con los núcleos de población actuales, ni con sus términos
actuales, sino zonas, donde sus habitantes, dedicados casi exclusivamente a la
agricultura, vivían dispersos por Alquerías, cobertizos y pequeñas aldeas de un
centenar de casas Manacor, posiblemente, fue uno de ellos- donde se podían
agrupar la existencia de ciertos servicios comunitarios, como podrían ser los
religiosos. Las Alquerías eran las porciones de terreno más extensas, y
comprendían diversas casas, agrupadas o dispersas; los cobertizos (rafals) eran
terrenos más pequeños, casi siempre de una sola vivienda. No es de extrañar que
la conquista de la “Ciutat” significara la dominación de la Isla, si bien esta
no se consumara hasta el año siguiente, después de que fueran sometidos los
fugitivos de la caída Medina Mayurca, que junto con los habitantes del
extrarradio, constituyeron una auténtica fuerza de resistencia, capitaneada por
IbnSayri y replegada en las sierras de la Isla, concretamente en las
fortificaciones de las montañas de Capdepera, Alaró y Felanitx.
CONQUISTA DE MALLORCA
El Temple aceptó la custodia y aprendizaje del joven Jaime
I, en el mismo castillo también estaba el joven Ramón Berenguer (hijo del Conde
de Barcelona).Esto contradecía la Regla. No cabe duda que el Temple marcó la
vida del joven Rey y que las enseñanzas recibidas dictaron sus futuras
acciones. Existe la opinión, por parte de algunos investigadores, de afirmar
que tras las acciones del monarca, siempre existió la mano de la Orden, pero este
dato nunca ha sido confirmado puesto que ni el propio Jaime I habla de ella en
sus memorias. Este dato también podría confirmar la vinculación del monarca,
puesto que este no haría más que cumplir con el Sigillumtempli. Nos hallamos
de lleno, en los días de la Reconquista Cristiano-Aragonesa. La flota del reino
de Aragón surca las aguas del Mediterráneo bajo las órdenes del valeroso
monarca D. Jaime I el Conquistador. "Con sus ojos negros y los cabellos
rubios como hebras de oro", según describe encomiásticamente Desclot, que
había emprendido para gloria de Dios y engrandecimiento de sus estados, la
difícil empresa descristianizar la "Gotia Major", subyugada al
dominio mahometano desde 801.Varias veces habían intentado los cristianos
circunvecinos conquistar la Isla, y así en el año 813 el Conde Irmingano
(Armengado o Armengol) de Ampurias preparó una emboscada, quizá ya con
intención de tomar la Isla, en la que cayeron los sarracenos al regresar de
Córcega.
Más tarde en Conde Ramón Berenguer III de Barcelona, aliado
con otras milicias cristianas logra humillar los pendones islamitas, sin
embargo al poco tiempo, el imperio de la media luna volvía a extender su
dominio en la isla recién conquistada.
REPARTO
Inmediatamente después de la Conquista se produce el reparto
pactado en las Cortes de Barcelona; mitad para el Rey y mitad para los cuatro
que capitanearon la expedición: Berenguer de Palou, Obispo de Barcelona, Gastón
de Moncada, Vizconde de Bearne, Ponce Hugo, Conde de Ampurias y Nuño Sanz, Conde
del Rossellón. Del reparto solamente se conserva la noticia detallada de la
parte que corresponde al Rey –código latín-árabe del Archivo Histórico de
Mallorca- por lo que se desconoce la relación exhaustiva de las Alquerías y
“Rafals” de Manacor, adjudicado a don Nuño Sanz, y que podemos reconstruir
parcialmente a lo largo de los establecimientos, ventas y restos que nos
encontramos en años sucesivos. Un aspecto que generalmente no se ha tenido en
cuenta a la hora de valorar el vacío documental, es lo que la doctrina feudal
dio en llamar «pacto de caballeros», que era entonces una institución jurídica
(hoy es coloquial) dotada de una sanción moral. En el caso concreto de las
órdenes militares y su participación en la Reconquista, muchos de los acuerdos
y cesiones que los monarcas y señores feudales hicieron para la consolidación
de sus territorios, se practicaron mediante este tipo de convenio no escrito,
que si bien no generaba obligaciones jurídicamente exigibles, su
quebrantamiento conllevaba el riesgo de la pérdida del honor, de la virtud, de
la buena fama, etcétera. A menudo los reyes entregaban verbalmente dominios
recién conquistados a nobles y caballeros, que después otros reyes confirmaban
e incluso ampliaban. La implantación de los Templarios en los lugares acabados
de conquistar: para los reyes de la Corona de Aragón los caballeros
representaron una ayuda indispensable en el combate contra los sarracenos; para
el Temple, al mismo tiempo, la nueva conquista significaba un paso más en su
expansión territorial. Con la conquista de Mallorca (1229) los Templarios
recibieron, en el reparto a que tenían derecho como colaboradores, el castillo
de la Almudaina, en Palma, con 365 casas, 54 talleres y 122alquerías en los
términos de Palma, Pollensa y Montueri. Se estableció inmediatamente una
encomienda en Palma, con su castillo de la Almudaina y una dependencia en
Pollensa. No se sabe a ciencia cierta si el primer comendador fue Ramón Bacó o
Bertran d'Albet, pero la fecha inicial de su mandato se sitúa en 1230.El último
comendador fue Arnaldo de Castellví, desde el 1301.
El día 1 de diciembre de
1307 Jaime II ordena que todos los Templarios de su reino sean detenidos y que
se les confisquen los bienes. La actuación del monarca ha sido tildada de
engañosa. Sansi Travé dice al respecto: «Jaime II trató al Maestre provincial
con un engaño y una astucia indignos del calificativo de Justo con que lo ha
bautizado la historia». El rey copia incluso el sistema francés de apoyarse en
la Inquisición: ésta convoca en Valencia a los Templarios para interrogarlos,
pidiendo la ayuda secular para practicar las detenciones. De esta manera,
parece que sean los inquisidores quienes temen por «la salud religiosa del
país» y que el rey no haga sino colaborar con la Iglesia. Para dar ejemplo y
para que todo el mundo se diera cuenta de la seriedad de la voluntad del rey,
éste hizo encarcelar al Maestre provincial, el pobre Ximén de Lenda, que lo
había seguido dócilmente a Valencia convencido de la veracidad de sus
promesas...Las encomiendas de la Orden, en muchos casos, se fueron instalando
en determinados lugares, gracias a las diferentes donaciones de reyes y nobles.
Otras, sin embargo, fueron escogidas de forma muy precisa...El investigador
Juan Ignacio Cuesta Millán, dice al respecto de estos enclaves: «Esta oscura
Edad Media terminaría con la explosión artística más formidable de la historia.
La aplicación del arte sagrado, del hermetismo, a la arquitectura transformaría
el románico en el gótico, en el que el santuario se concibe como una verdadera réplica del
Cielo, con toda su gloria. La catedral, la heredera de toda la sabiduría,
Ahora es un libro escrito en piedra que comprendía todo el
conocimiento secreto, todos los símbolos, todas las energías, todas las claves.
Un engranaje equilibrado qué establece un puente entre el hombre y la
trascendencia mediante la conciencia. En su interior encontramos, incluso en
nuestro tiempo, todas las vías por las qué acceder a nuestra más íntima verdad».
ENCLAVES
Madrid, 2003).Los templarios, al igual que los iniciados de
todos los tiempos, estaban interesados en convertir la Tierra en un reflejo del
cielo, para hacer verdadero aquel adagio hermético, síntesis de la analogía
entre macrocosmos y microcosmos, que reza: «Quod est inferius es sicut quod est
superius, et quod es superius es sicut quod estinferius» (como es arriba, es
abajo; como es abajo, es arriba).
Escritores eruditos como el Paborde G. Terras, J. Binimelis,
y Dameto, Mut y Alemay en su "Historia de Mallorca", nos refieren la
mencionada donación real. Sin embargo es más oportuno entresacar de la crónica
de Jaime I, esta donación por prever quesería de esta fuente donde sacaron sus
anotaciones los precitados escritores: Se refiere a que en el año 1230, Hugo de
Fullalquer, Maestre del Hospital de San Juan Hierosolimitano, vino a Mallorca con
quince caballeros frailes de su Orden, pidiendo al monarca conquistador les
concediera el terreno necesario para fundar una casa, sino de justicia al menos
de gracia a fin de que no sirviera de vergüenza en la posteridad de la Orden el
no haber ayudado a tan gran Sr. En la conquista de este reino.
El monarca
tropezó con varios inconvenientes por oponerse la nobleza a tal donación, más
deseoso de complacer aquellos caballeros, el monarca les dio parte de sus
tierras y una porción del tarazanal (Atarazana) para que fundaran su casa e
Iglesia. En la crónica de Jaime I no están los nombres de los caballeros que
acompañaron al maestre Hugo de Fullalque; tanto Dameto como Binimelis mencionan
los de Berenguer de Anglesola; Blazco de Massa, Pedro de Montecateno (o de
Moncada) Gran Prior de Cataluña, Jofre Vizconde de Rocabertí, Guillermo de
Ulmis, Tomás deLlupiá, Bernardo de S. Juan, Dalmau Desfar, Pedro de Tagamanent,
Marimón dePlegamans y Pedro Marquet. Es de lamentar no consignen los
precipitados historiadores los documentos de donde transcribieron dichos
nombres. D. Jaime I, el Conquistador, se vio ayudado por los Templarios en la
empresa que dio por resultado la toma de Mallorca (1229 a 1234) y de Valencia
(1232 a 1238).
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM