Sigueme en Facebook

sábado, 1 de octubre de 2016

LUZ EN EL CAMINO

Las personas están confundidas por tantas ideas contradictorias que reciben a través de los medios, que frecuentemente, invitan a disfrutar de la vida y a buscar los placeres sin discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo moral o inmoral. Parece que todo es bueno y que cada uno puede hacer lo que desee con tal de no hacer daño a los demás.

Hay que tener un indicador de valores siempre válido, como en años pasados y como lo será en el futuro. Porque hay verdades que no cambian y que siempre tendrán validez en la vida de las personas. Si uno realmente, busca con sinceridad la verdad y el camino del bien aconsejo que haya que ser más sincero, honrado, humilde, y fuerte para saber luchar contra los vicios. Y para tener siempre la alegría.

En el mundo hay muchos y buenos ejemplos para seguirlos, hay que abrir los ojos y no dejarse  hipnotizar por los placeres, que nos invitan a través de propagandas de la vida fácil. Con tu propia luz ilumina el camino de tantos otros que necesitan de tu ayuda, de tu ejemplo y tu amistad.

No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino.

La Lectio Divina puede ayudarnos a saborear en la oración la Palabra de Dios según el Evangelio Es un itinerario que nos lleva al encuentro con el Señor por medio de la Palabra.
Es un encuentro con el Verbo, Jesús de Nazaret, que es el centro de toda la Biblia y la Palabra definitiva y total del Padre.la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios.

El primer teólogo, afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia y oración.

La «Lectio divina» se convirtió en la columna vertebral de la vida religiosa. Las reglas monásticas que harían de esa práctica, junto al trabajo manual y la liturgia, la triple base de la vida monástica.
 
Alrededor del año 1150, Guido, un monje cartujo, escribió un pequeño libro titulado «La escalera de los monjes», en donde exponía la teoría de los cuatro peldaños: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación. Esa es la escalera por la cual los monjes suben desde la tierra hasta el cielo, afirmaba.

Invoca al Espíritu Santo, pídele que te ilumine y te abra a la comprensión de la Palabra y que te anime a la respuesta con tu vida.

Hay que Meditar qué nos dice la Palabra que hemos leído. Una vez captado el sentido del texto, entonces podemos hacernos una pregunta: qué me dice esta Palabra.
Entonces respóndele al Señor que te ha dado su mensaje en la palabra meditada. Tu actitud sea la de la Virgen María: Hágase en mí según tu Palabra, quedarse impresionado, en silencio, en calma, dejarse animar por el ardor de la Palabra, como quien recibe el calor del sol.

Hay que ser fiel a la oración, con y desde la palabra de Dios, tu vida irá cambiando. Te hará confrontar tus criterios, valores, sentimientos, y conducta con lo que ella misma te vaya inspirando, y al final iras viendo la luz en el camino.

NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA 
                                      GLORIAM