El convento
de franciscanos observantes de San Bernardino de Sena fue fundado en 1607, por
iniciativa del padre Pedro Santandreu, guardián del convento de San Francisco
de Palma y natural de Petra. Inmediatamente se construyó un primer templo, el
espacio del cual corresponde a la actual capilla de Belem.
En 1657 se
empezó a edificar la iglesia y las obras, dirigidas por el maestro de obras
Francesc Oliver, finalizaron en 1677. A finales del siglo XVII se finalizó el
claustro y la mayoría de las dependencias del convento. Aquí estudió fra. Junípero
Serra en la primera mitad del siglo XVIII. La comunidad religiosa fue
exclaustrada con la Desamortización de 1835 y fueron vendidas buena parte de
las dependencias conventuales. En 1969 los franciscanos menores volvieron al
convento, en un espacio sensiblemente reducido.
La iglesia
conventual, de tradición renacentista, tiene un portal mayor con arco de medio
punto en la fachada principal, ábside de muros convergentes y bóveda de
casetones. A los laterales, vemos los nichos que ocupaban sendas imágenes de
santos franciscanos, hoy desaparecidas.
A la
izquierda de la fachada se levanta el campanario, de sección cuadrada. El
antiguo portal del convento, adintelado, se sitúa a la izquierda de la fachada
del templo. El interior presenta una nave, con cubierta de bóveda de cañón y
seis capillas laterales, abiertas con un arco de medio punto. El presbiterio,
de muros convergentes, acoge el retablo mayor, de 1721, presidido per una talla
de la Inmaculada, con Sant Juan de Capistrano y Sant Jaime de la Marca en los
laterales, y Sant Bernadíno, titular del templo, en el ático.
Las capillas
de la derecha o de la Epístola son: la de las Almas o del Santo Cristo; la de
santa Clara; el portal lateral; la de Sant Antonio de Pàdua; la de la Virgen de
los Ángeles y la de Sant Buenaventura. En el lado de la izquierda o del
Evangelio, tenemos la capilla del Belem, la del Beat Ramón Llull, la del
antiguo órgano, la de Sant Francisco (con retablo obrado por Gaspar Oms Batle en
1723), la de Sant Dídac o de Sant Salvador d’Horta, y la de santa Rosa de
Viterbo, con una imagen de Sant Miquel en el ático. Todos los retablos son
barrocos.
La sacristía
contiene una pila lavamanos con una imponente decoración barroca y con la fecha
de 1727. Hay también un museo dedicado a exponer objetos de culto y a recordar
las misiones californianas del beato Junípero Serra. Del claustro sólo se
conservan algunos vestigios y unos arcos correspondientes a la reconstrucción
parcial que hizo el arquitecto Gabriel Alomar.
En el
antiguo corredor de acceso a las estancias conventuales, se conservan unas
interesantes pinturas murales. Delante del convento se levanta un monumento que
conmemora el bicentenario del nacimiento de fra. Junípero Serra.
Les cuatro
baldosas que decoran la peana representan diversos motivos de la vida del
franciscano petrer: la primera, en el convento, al lado de la casa familiar; la
segunda, de misionero, en acción de predicar; la tercera, en el momento de
recibir la comunión, antes de morir y la cuarta, la misión de San Carlos
Borromeo, donde murió.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM