Los cistercienses son los llamados monjes constructores y
juntamente con la Orden del Temple y los Hospitalarios de San Juan, colonizan
los territorios recién conquistados al Islam, extendiendo el estilo
constructivo de la Borgoña durante la transición del Románico al gótico. Su
influencia sobre el gótico catalán es muy importante y también sobre el propio
concepto de la arquitectura.
La Orden Cisterciense surge como reacción a la opulencia y
soberbia de Cluny. Los reformadores salen de los cluniacenses para formar la
orden del Cister. Los monjes de San Bernardo fueron la orden de constructores
de Iglesias y templos, caracterizándose por su ausencia de adorno y porque la
majestuosidad y espiritualidad se obtiene por la sabia y acertada utilización
del espacio, la armonía y la luz. Por tanto, representa una depuración y un
retorno a la simplicidad de los primeros cristianos. En las siguientes normas
internas, (1134-1213) se reglamentan los aspectos referidos a tipos de
construcción, pintura, escultura, objetos litúrgicos, sepulturas...
Los orígenes del movimiento se remontan a la fundación del
monasterio de Molesmes por Robert de Champagne (1028-1111) que quería llevar
una vida más austera, sin servidores ni posesiones feudales, y un retorno al
trabajo manual. Por ello se fue a vivir entre un grupo de ermitaños al bosque
de Molesmes (1075). Pronto llegaron las donaciones y se incrementa el número de
monjes; en 1098, Robert acompañado de 21 monjes dejan Molesmes para fundar un
"nuevo monasterio" a unos 20 Km de Dijon, en un lugar inhóspito y
solitario, de nombre Cistertium (en latín) y Cîteaux (en francés), i de aquí
Cister. Los cistercienses adoptaron el hábito blanco, de ahí el nombre de
"monjes blancos" en oposición a los monjes negros de Cluny. De hecho
era un color crudo, al considerar que teñir la tela era ya un lujo superfluo.
La regla de San Benito es, en su origen, un conjunto de
normas para la vida monástica, adaptable a diversos monasterios. Los
cistercienses buscan lugares apartados de las rutas de los peregrinos, en plena
naturaleza, como en Esporles, cuando todavía era un bosque.
La regla de San Benito es, en su origen, un conjunto de
normas para la vida monástica, adaptable a diversos monasterios. Los
cistercienses buscan lugares apartados de las rutas de los peregrinos, en plena
naturaleza, como en Esporles, cuando todavía era un bosque.
El nivel de instrucción de los monjes es elevado, lo que
unido a su laboriosidad les permite convertir a sus granjas y explotaciones
agrícolas en las más productivas de la edad media. También eran expertos en
piscicultura, deforestación y aprovechamiento y canalización del agua,
molinos...Su misión dentro de la cristiandad no era la conquista, sino la
repoblación, de ahí su estrecha relación con las órdenes del Temple y
Hospitalaria.
Por ejemplo, la Orden de Calatrava estaba bajo la autoridad
del abad cisterciense de Morimond (Francia) y el Gran Prior de Montesa (orden
que heredó las posesiones del Temple en Valencia) era siempre un monje de
Santas Cruces. En Portugal, la Orden de Cristo (sucesora del Temple) y la de
Aviz también estaban relacionadas con el Cister.
En el año 1666 se escinde una parte del Cister para fundar
la orden Trapense. En Mallorca solo quedan los restos de La Trapa, el
monasterio trapense de la Sierra de Mallorca, actualmente adquirido por el
G.O.B. (Grupo d'Ornitologia Balear).
Monasterio de Secar de la Real, originalmente construido por
los cistercienses pero del que poco queda de su estilo tras la reforma del XVII.
Normas
A- Ninguno de nuestros monasterios debe ser construido
en ciudades, castillos o aldeas, sino en lugares apartados del movimiento de
los hombres.
B- Los paños del altar y las vestiduras de los
ministros no deben de ser de seda, a excepción de la estola y el manípulo. La
casulla debe ser de un solo color. Todos los ornamentos del monasterio... no
han de ser ni de oro no de plata, ni de piedras preciosas, excepto el cáliz y
la fístula que pueden ser sólo plateados o dorados, pero no de oro.
C- Prohibimos que en nuestras iglesias o en cualesquiera
otras dependencias del monasterio sean hechas esculturas o pinturas, porque
mientras se presta atención a semejantes cosas muchas veces se descuida el
provecho de una buena meditación o la disciplina de la seriedad religiosa. Sin
embargo, tenemos cruces pintadas que son de madera.
D- Las letras deben ser de un solo color y sin
pintar. Los vidrios serán blancos y sin cruces ni pinturas.
Cap. XVI: No se construirán torres de piedra para las
campanas. Los edificios de extramuros serán derribados.
E- año 1180. En nuestros oratorios no serán sepultados
ni reyes, ni reinas, ni obispos; si lo prefirieran, abades o también los
antedichos podrán serlo en las salas capitulares.
F- año 1194: Las lápidas colocadas encima de los túmulos
de los difuntos deberán ser allanadas al nivel del suelo, para que no resulten
un estorbo para los transeúntes.
Como vemos, existe
una fuerte resistencia del románico catalán a desaparecer, unida a un gótico
borgoñón que, al contrario del de l'Ille de Francia, mantiene la tradición
tardo romana. Los edificios son aún sólidos y no demasiado elevado.
Las características de la arquitectura del Cister son
- Ordenación racional del espacio con el mínimo de elementos
necesarios.
- Poca diferencia de altura entre las naves central y
laterales. Ausencia de arbotantes y triforios.
- Iglesia de planta en cruz latina y ábside rectangular. El
crucero anexo o rodeado del resto de servicios claustrales.
- Bóvedas de crucería descansando sobre ménsulas en el muro.
Los arcos, por tanto, no están conectados con el suelo, pero siguen siendo
arcos de diafragma (que van de muro de carga a muro de carga.).
Con todo ello, podemos ahora realizar una visita a un
monasterio cisterciense y distinguir aquellos elementos o detalles que no
encajan con el espíritu de la orden. Esto es importante en monasterios o
iglesias que hayan sido construidos por el Cister y que con el tiempo, pasaron
a manos de otras órdenes, como el Monasterio de Secar de la Real, en las
afueras de Palma de Mallorca. Allí podemos constatar que la mayoría de adornos
y tallas, aún siendo de factura sobria, evidentemente no corresponden a la
época cisterciense, como tampoco la aguja del campanario, o en todo caso, a una
fase tardía de relajación de las normas. Una vez más, los documentos históricos
son una herramienta esencial para entender los edificios de piedra.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM