Nace en Ávila, en España, en 1515,
con el nombre de Teresa de Ahumada. En su autobiografía ella misma menciona
algunos detalles de su infancia: el nacimiento de “padres virtuosos y temerosos
de Dios”, dentro de una familia numerosa, con nueve hermanos y tres hermanas.
Aún niña, con al menos 9 años, pudo leer las vidas de algunos mártires que le
inspiran el deseo del martirio, tanto que improvisa una breve fuga de casa para
morir mártir y subir al Cielo); “quiero ver a Dios” dice la pequeña a sus
padres.
Algunos años después Teresa habló de sus lecturas de la infancia y
afirmó haber descubierto la verdad, que resume en dos principios fundamentales:
por un lado “el hecho de que todo lo que pertenece a este mundo, pasa”, por el
otro que sólo Dios es para “siempre, siempre, siempre”, tema que recupera en su
famosísimo poema “Nada te turbe, nada te espante; todos se pasa,/ Dios no se
muda, la paciencia todo lo alcanza, /quien a Dios tiene nada le falta, ¡Sólo
Dios basta!”. Se quedó huérfana de madre a los 12 años, le pidió a la Virgen
Santísima que fuera su madre.
En la Cuaresma de 1554, a los 39 años, Teresa llega a la cumbre de su lucha contra sus propias debilidades. Paralelamente a la maduración de su propia interioridad, la Santa comienza a desarrollar de forma concreta el ideal de reforma de la Orden Carmelita: en 1562 funda en Ávila, con el apoyo del Obispo de la ciudad, don Álvaro de Mendoza, el primer Carmelo reformado, y poco después recibe también la aprobación del Superior General de la Orden, Giovanni Battista Rossi. En años sucesivos continuó la fundación de nuevos Carmelos, en total diecisiete. Fue fundamental su encuentro con san Juan de la Cruz, con el que, en 1568, constituyó en Duruelo, cerca de Ávila, el primer convento de carmelitas descalzas. En 1580 obtiene de Roma la erección en Provincia autónoma para sus Carmelos reformados, punto de partida de la Orden Religiosa de los Carmelitas Descalzos. Teresa termina su vida terrena justo cuanto está ocupándose de la fundación.
En 1582, de hecho, tras haber constituido el Carmelo de Burgos y mientras está realizando el viaje de vuelta hacia Ávila, muere la noche del 15 de octubre en Alba de Tormes, repitiendo humildemente dos expresiones: “Al final, muero como hija de la Iglesia” y “Ya es hora, Esposo mío, de que nos veamos”. Una existencia consumada dentro de España, pero empeñada por toda la Iglesia. Beatificada por el papa Pablo V en 1614 y canonizada en 1622 por Gregorio XV, fue proclamada “Doctora de la Iglesia” por el Siervo de Dios Pablo VI en 1970.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA
GLORIAM