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miércoles, 27 de marzo de 2024

REFLEX¡IONES DEL MAESTRE

 

Querido Hermano Templario, considera el ejemplo de perfecta paciencia que Jesucristo nos da en la Eucaristía, sufriendo tanto olvido, frialdad e irreverencia. Trae a la memoria tanta multitud de iglesias desaseadas, pobres y abandonadas, en qué habita deseoso de comunicarse a las almas. ¿Y no es ésta una herida profunda para su tierno corazón?  Los palacios de los ricos están atestados de gente que corren a hacerles la corte, y las moradas del soberano dominador de cielos y tierra están desiertas, sin que nadie vaya a acompañarle durante el día.

Y entre los que se acercan, cuántos en vez de aliviarle el dolor de las injurias que aquí recibe se  lo exacerban.

Cuántos comulgan llenos de tibieza, sin amor y sin preparación, y después de recibir el Cuerpo y sangre de su Dios casi no dan señal alguna de gratitud, ni se detienen a dar gracias, como si hubiesen recibido no ya el pan de los ángeles, sino un pan y un elemento ordinario.

Pero aún hay más; mira cuántas irreverencias, cuántas profanaciones, ante su adorable majestad, y lo que debe ser más doloroso, manos impuras e inicuas le manejan muchas veces sobre sus aras.

Hermano Templario, recorre con el pensamiento el olvido, las irreverencias, los desprecios, los insultos, los sacrilegios que sufre Jesús por parte de los cristianos en el Santísimo Sacramento. Considera las circunstancias de tiempo, modo y número de personas que graban estos ultrajes, y te darás cuenta del cúmulo de infidelidades e ingratitudes y de penas que recibe el afectuoso Corazón de Jesús.

NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM