El Arcángel
Gabriel anuncia a María que concebirá y dará luz al Hijo
del Altísimo.
El adviento (latín: adventus
Redemptoris, «venida del Redentor»,) es el primer período del año litúrgico cristiano, que
consiste en un tiempo de preparación para el nacimiento de Cristo .Su
duración es de 21 a 28 días, dado que se celebran los cuatro domingos más
próximos a la festividad de Navidad .Los fieles
lo consideran un tiempo de reflexión y de perdón.
Marca el
inicio del año litúrgico en casi todas las confesiones cristianas durante este
periodo los feligreses se preparan para celebrar la conmemoración del
nacimiento de Jesucristo y para renovar la esperanza en la segunda Venida de
Cristo Jesús, al final de los tiempos, o Parusía.
Durante el
adviento, se coloca en las iglesias y también en algunos hogares una corona de
ramas de pino, llamada corona de adviento, con cuatro velas, una por cada domingo de adviento.
Hay una pequeña tradición de adviento: a cada una de esas cuatro velas se le
asigna una virtud que hay que mejorar en esa semana, ejemplo: la primera, el
amor; la segunda, la paz; la tercera, la tolerancia y la cuarta, la fe.
Los domingos de adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.
Contenido:
1 TIEMPO DE ADVIENTO
2 ORIGEN
3 LECTURAS BIBLICAS EN EL ADVIENTO
4 ENLACES EXTERNOS
Tiempo de adviento
El adviento
es el primer periodo del año litúrgico católico, que consiste en un tiempo de
preparación para el nacimiento del Salvador. Su duración es de 21 a 28 días,
dado que se celebran los cuatro domingos más próximos a la festividad de
Navidad. El adviento es el período que se encuentra en el comienzo del Año
Litúrgico católico y empieza cuatro domingos antes de Navidad. Dura, por lo
tanto, 40 días, e incluye siempre exactamente cuatro domingos. El primer
domingo de adviento, al marcar el día de comienzo del año litúrgico, es
necesariamente el domingo siguiente al de la fiesta de Cristo Rey que señala
el último domingo del año litúrgico.
El primer
domingo de adviento cae entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre. Venida de
Cristo a la tierra; "Donde entendemos que muchas cosas del primer
advenimiento están puestas en sombra, (quiero decir) escondidas, cuyo
cumplimiento se cumplirá en el segundo adviento, porque el Apóstol dice que
Cristo nos resucitó consigo y nos hizo asentar consigo en las cosas.
Personajes
Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento que señalan la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesia ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.
Origen
La Corona de
Adviento tiene su origen en una tradición que consistía en prender velas
durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara
con su luz y calor durante el invierno.
Los primeros
misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían
de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por
una gran variedad de símbolos.
Lecturas bíblicas en el Adviento
Según el Misal de 1962:
-Domingo Primero: romanos 13, 11-14; Lucas 21, 25-33.
-Domingo Segundo: romanos 15, 4-13; Mateo 11, 2-10.
-Domingo Tercero: Filipenses 4, 4-7; Juan 1, 19-28.
-Domingo Cuarto: 1 Corintios 4, 1-5; Lucas 3, 1-6.
CICLO A:
-Domingo Primero: Isaías 2,1-5; Salmo 121 1-8; Romanos
13, 11-14a; Mt. 24, 37-44.
-Domingo Segundo: Isaías 11,1-10; Salmo 71, 1-2. 7-8.
12-13. 17; Romanos 15, 4-9; Mt. 3, 1-12.
-Domingo Tercero: Isaías 35, 1-6a 10; Salmo 145, 7.
8-9a. 9bc-10; Santiago 5, 7-10; Mt. 11, 2-11.
-Domingo Cuarto: Isaías 7, 10-14; Salmo 23, 1-2.
3-4ab. 5-6; Romanos 1, 1-7; Mt. 1, 18-24.
CICLO B:
-Domingo Primero: Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7;
Salmo 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 4; 1 Corintios 1,3-9; Mc. 13, 33-37.
-Domingo Segundo: Isaías 40, 1-5. 9-11; Salmo 84,
9ab-10. 11-12. 13-14 8; 2 Pedro 3, 8-14; Mc. 1,1-8.
-Domingo Tercero: Isaías 61, 1-2a. 10-11; Lc. 1,
46-48. 49-50. 53-54; 1 Tesalonicenses 5,16-24; Jn. 1, 6-8.19-28.
-Domingo Cuarto: 2 Samuel 7,1-5. 8b-12. 14a.16; Salmo
88, 2-3. 4-5. 27 y 29; Romanos 16,25-27; Lc. 1,26-38.
CICLO C:
-Domingo Primero: Jeremías 33, 14-16; Salmo 24,
4bc-5ab. 8-9. 10 y 14; 1 Tesalonicenses 3, 12- 4,2; Lc. 21, 25-28, 34-36.
-Domingo Segundo: Baruc 5,1-9; Salmo
125,1-2ab.2cd-3.4-5.6; Filipenses 1,4-6.8-11; Lc. 3,1-6.
-Domingo Tercero: Sofonías 3,14-18; Isaías 12,2-3.
4bcd. 5-6; Filipenses 4,4-7; Lc. 3,10-18.
-Domingo Cuarto: Miqueas 5,1-4; Salmo 79, 2ac y 3c.
15-16. 18-19; Hebreos 10, 5-10; Lc. 1,39-45.
Con el
tiempo de Adviento, la Iglesia
romana da comienzo al nuevo año litúrgico. El tiempo de Adviento gravita en
torno a la celebración del misterio de
la Natividad de nuestro Señor Jesucristo.
El origen y
significado del Adviento es un
tanto oscuro; en cualquier caso, el término adventus era ya conocido en la literatura cristiana de los
primeros siglos de la vida de la Iglesia, y probablemente se acuñó a partir de
su uso en la lengua latina clásica. La traducción
latina Vulgata de la Sagrada Escritura (durante el siglo IV) designó con el término adventus
la venida del Hijo de Dios al mundo, en su doble dimensión de advenimiento en la carne –encarnación-
y advenimiento glorioso parusía.
La tensión
entre uno y otro significado se encuentra a lo largo de toda la historia del tiempo
litúrgico del Adviento, si bien el sentido de “venida” cambió a “momento de preparación para la venida”.
Quizá la misma amplitud de las realidades contenidas en el término dificultaba la organización de un tiempo determinado en el que apareciera la riqueza de su mensaje. De hecho, el ciclo de adviento fue uno de los últimos elementos que entraron a formar parte del conjunto del año litúrgico (siglo V).Parece ser que desde fines del siglo IV y durante el siglo V, cuando las fiestas de Navidad y Epifanía iban cobrando una importancia cada vez mayor, en las iglesias de Hispania y de las Galias particularmente, se empezaba a sentir el deseo de consagrar unos días a la preparación de esas celebraciones.
Dejando de
lado un texto ambiguo atribuido a San
Hilario de Poitiers, la primera mención de la puesta en práctica de ese
deseo la encontramos en el canon 4 del Concilio
de Zaragoza del año 380: "Durante
veintiún días, a partir de las XVI calendas de enero (17 de diciembre),
no está permitido a nadie ausentarse de la iglesia, sino que debe acudir a ella
cotidianamente" (H. Bruns, Cánones Apostolorum et Conciliorum
II, Berlín, 1893, 13-14). La frecuencia al culto durante los días que
corresponden, en parte, a nuestro tiempo de adviento actual, se prescribe,
pues, de una forma imprecisa.
Más tarde,
los concilios de Tours (año 563) y de
Macon (año 581) nos hablarán, ya concretamente, de unas observancias
existentes “desde antiguo” para antes de Navidad. En efecto, casi a un siglo de
distancia, San Gregorio de Tours
(fallecido en el año 490) nos da testimonio de las mismas con una simple
referencia. Leemos en el canon 17 del Concilio de Tours que los monjes "deben ayunar durante el
mes de diciembre, hasta Navidad, todos los días".
El canon 9
del Concilio de Macon ordena a
los clérigos, y probablemente también a todos los fieles, que "ayunen
tres días por semana: el lunes, el miércoles y el viernes, desde San Martín
hasta Navidad, y que celebren en esos días el Oficio Divino como se hace en
Cuaresma" (Mansi, IX, 796 y 933). Aunque la interpretación
histórica de estos textos es difícil, parece según ellos que en sus orígenes el
tiempo de adviento se introdujo tomando un carácter penitencial, ascético, con una participación más asidua al culto.
Sin embargo, las primeras noticias a cerca de la celebración del tiempo
litúrgico del Adviento, se encuentran a mediados
del siglo VI, en la iglesia de Roma.
El significado teológico
original del Adviento se ha prestado a distintas interpretaciones.
Algunos
autores consideran que, bajo el influjo de la predicación de Pedro Crisólogo (siglo V), la liturgia de Adviento preparaba para la
celebración litúrgica anual del nacimiento
de Cristo y sólo más tarde –a partir de la consideración de consumación
perfecta en su segunda venida- su significado se desdoblaría hasta incluir
también la espera gozosa de la Parusía del Señor.
No faltan, sin embargo, partidarios de la tesis contraria: el Adviento habría comenzado como un tiempo dirigido hacia la Parusía, esto es, el día en que el Redentor coronará definitivamente su obra. En cualquier caso, la superposición ha llegado a ser tan íntima que resulta difícil atribuir uno u otro aspecto a las lecturas escriturísticas o a los textos eucológicos de este tiempo litúrgico.
El
Calendario Romano actualmente en vigor conserva la doble dimensión teológica
que constituye al Adviento en un
tiempo de esperanza gozosa: "el
tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las
solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de
Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se
dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin
de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo
de una expectación piadosa y alegre"
(Calendario Romano, Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el
calendario, 39).
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM