Una pregunta muy frecuente. ¿Por qué somos Damas Templarías? ¿Quién dice que somos el sexo débil?, cuando tenemos mil y un poder. Somos como águilas en defender nuestras familias, somos unas guerreras, flores de acero brillante, que sentimos cuando algún hermano cae en el miedo y nos paramos y lo volvemos a levantar, sin perder en nosotros la seguridad, ni la Fe.
¿Por qué
somos Damas Templarías? Porque somos mujeres de fuego, de corazones gigantes,
capaces de salir adelante aún contra el dolor y podemos dar vida por amor,
somos intensas como estrellas fugaces, con sueños invencibles que brillan en
cualquier lugar venciendo cada tempestad, respiramos y nacimos libres,
construimos caminos, ofrecemos palabras de consuelo porque somos pilares
sostenidos desde los cielos, y somos amigas, amantes, hermanas, madres,
compañeras y guerreras con ganas de luchar y no nos dejamos derrotar.
¿Por qué
somos Damas Templarías?, porque Dios ha concedido a los templarios esta curiosa
llave, por qué el Temple es uno y es de todos, y somos los que somos, los que
fuimos, una espada en la guerra y somos un eco, no un olvido.
¿Por qué
somos Damas Templarías? Es la pregunta de siempre de fácil explicación: cuando
abrimos nuestro interior para iniciar un nuevo rumbo y empezar un camino
espiritual, es probable que debamos renunciar a ciertos hábitos, maneras, ideas
y personas con las que simplemente ya no vibramos. Es ideal ver esto de forma
positiva, no como un periodo de rompimientos sino de reconciliación, es un
momento para ir hacia el mundo con nuevas formas de actuar que están más
acordes y en armonía con lo que nos sucede internamente, y es así cuando
decidimos ser soldados de la Blanca Milicia de Cristo.
Damas,
caballeros, templarios y guerreros, tenemos un largo camino espiritual y cuando
aceptamos que no somos perfectos, salta un ''mecanismo'' dentro de nosotros que
comienza a cambiarnos, porque es cuando reconocemos nuestras faltas.
Damas,
caballeros, templarios y guerreros, ¿Por qué no nos tratamos unos a otros como
hermanos? ¿Por qué hasta el templario con el corazón más bueno disimula y calla
en presencia de otro? ¿Por qué no decir sin rodeos lo que tiene uno en el
corazón, inmediatamente, cuando uno sabe que su palabra no se la llevará el
viento? ¿Por qué parecer más adusto de lo que uno es en realidad? Es como si
cada cual temiera agredir los propios sentimientos si los expresa libremente.
¿Por qué
somos Damas Templarías? porque más allá de ese misterio que nos une con todo lo
creado, tenemos esa fuerza despiadada en nosotras, que todo lo puede
disfrutando de los caminos sinuosos que a veces nos da la vida, porque
estallamos en ese infinito de brillos que nuestra alma acoge y desatamos el
fuego de energía que regalamos sin vuelta.
Somos Damas
Templarías, que, con la protección del manto de Nuestra Señora, cruzamos
estrechos puentes de cristales punzantes, atravesamos bosques de espinos,
laberintos de venenosas enredaderas que nos llaman y cuanta más oscuridad sale
a nuestro encuentro, más cercano vemos el amoroso paisaje y más benigno
sentimos el tiempo.
No nos
opacan los oscuros colores de la palabra, los marrones de verbos, los negros de
rumores, los barros de tristezas ajenas, de vidas vacías. Solo dejamos acercarse
la luz brillante de Nuestro Señor, impregnada en nuestro rostro, rayos
similares al agua que fluye entre piedras lavadas por aquello que las purifica,
y así la bóveda del celeste se abre ante nosotras y el silencio nos acoge desde
ese principio sin demora, y el altar de la noche nos habla en excelso: "No
preguntes, no juzgues, no dictamines, solo sé tú, se una verdadera Dama
Templaría''.
¿Por qué
somos Damas Templarías? Porque somos esas personas que les gustan ayudar, que
piensan que hay almas que quieren ser salvadas, así cuando elegimos con el
corazón y tomamos una decisión, cuando tenemos el coraje de cambiar de camino,
sabemos que no debemos esperar, y hay que hacerle caso.
¿Por qué
somos Damas Templarías? Por qué así sentimos, así que los dejaremos que hablen
de nosotras y no nos preocuparemos por lo que digan, los prejuicios de los
demás no pueden afectar nuestro vuelo con la ayuda de Nuestra Señora, y para
mayor Gloria de Nuestro Señor.
HERMANA LORE
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA
GLORIAM