Queridos
Hermanos Templarios, considerad que de la grandeza y dignidad, tiene el mundo
un concepto equivocado. Para los hombres la nobleza y dignidad consiste en
ocupar altos puestos, en tener a su servicio súbditos y vasallos que les
prestén sumisión y obediencia; en ser, en suma, dueños y señores del mundo.
Para comprender cuan erróneo es este juicio, basta pararse un momento a
considerar que el grande entre los grandes, el Rey de Reyes, nació en el último
rincón de la Tierra, reveló su grandeza entre el forraje del portal, su riqueza
en la pobreza que le rodeaba, su poder en tiritar de frio, su nobleza
acompañándose de los pobres y de los humildes, y su gloria por medio de la
muerte en el patíbulo, ¡Que lección tan elocuente para los grandes y soberbios
de la tierra!.
Quería
enseñarnos con su ejemplo Jesucristo que la verdadera nobleza en esta vida
consiste en huir de la soberbia y el orgullo, en el título de Cristiano, en ser
y obrar como tal, y en imitar cuanto nos sea posible aquel que dijo;
"Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón" y también;
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de
los cielos". ¡Esta sí que es verdadera dignidad, esta sí que es verdadera
grandeza, imitar y parecerse a Jesucristo, Rey de Reyes, Reinar con Jesucristo
en el reino de los cielos; no la grandeza de los tronos de la tierra que se
desploman convirtiéndose en polvo y nada!
Más querido
Hermano, para ser un día grande en el cielo, es preciso que nos hagamos
pequeños en la tierra, porque sino nos hacemos como niños, esto es humildes y
depreciables a nuestros propios ojos, no entraremos en el Reino de la gloria y
cuanto más pequeños nos hagamos, cuantos más humildes y pobres de
espiritu seamos en la tierra, mayor será nuestra dignidad y grandeza en el
cielo.
Fr. ++++
José Miguel de Nicolau y Gonzalez
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM