Amadísimo
Señor de los Milagros, hasta tu presencia he venido para confiarte nuestros
problemas y nuestras dolencias.
Con la misma
fe de la mujer que se acercó para tocar el borde de tu manto y que fue curada
porque creyó, así nosotros nos postramos ante ti y te decimos desde el fondo
del alma: «Señor, si quieres puedes curarnos».
Tú sigues
obrando maravillas y sanando los enfermos, porque Tú has asumido nuestras
debilidades y cargado nuestros sufrimientos. Concédenos, pues, la gracia que
hemos venido a implorarte.
(Pausa de
silencio para expresarla gracia que se pide).
Sabemos bien
que tu corazón se conmueve al vernos tan afligidos y desorientados, como ovejas
que no tienen pastor. Tú eres nuestro buen Pastor, el que ha dado la vida por
las ovejas.
Tu victoria
sobre la muerte y en la resurrección es la mejor garantía para nuestra victoria
sobre todo lo que tiene la marca del pecado, es decir, el egoísmo, la
injusticia, la violencia, el dolor y la muerte.
Que tu
Espíritu santificador nos haga partícipes del triunfo sobre el mal y testigos
de la novedad de vida en el amor.
Misericordioso
Jesús crucificado, te alabamos, te bendecimos y te damos gracias. Que seamos
protegidos con tu bendición constante, en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
Amén.
HERMANO + SOTO
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM