SMOTH-MIT
Junio año 900 del
Temple.
Aún con el cansancio
acumulado de una semana de trabajo, mi cuerpo empieza a funcionar con la
tranquilidad que proporcionan las horas de la mañana, me dedico a ordenar mis pensamientos que este fin de semana he de vivir.
Sábado ya en el Monasterio de Priego, donde ya hay varios
caballeros y postulantes.
Comienzo a saludar a los Hermanos y Hermanas y a los aspirantes a caballero y
damas a los que pronto llamaré “mis Herman@s”. El lugar, el monasterio de
Priego invita al sosiego a la paz. Las vistas de la serranía donde
se halla, llenan el alma y los sentidos de buenas energías, como no puede ser
de otra forma, la compañía de mis Herman@s que me llenan de fuerzas, que no dudan en prestármela.
¡Qué grandes son todos mis Herman@s!.
Reunidos en el monasterio caballeros del Gran Priorato de
España la milicia de los pobres caballeros de Cristo, caballeros del Priorato
de los pobres templarios de Cristo y del Gran Maestrazgo Internacional.
Pasamos la tarde charlando, respondiendo y aclarando dudas, comentando temas de la Orden.
La hermandad que se respira es indescriptible, tanto con los caballeros,
damas y postulantes a los cuales nunca se
han visto, se empieza a crear ese vinculo
de fraternidad tan especial. Nos une la Orden del Temple y nuestro amor a
Cristo.
Según nos abandona la luz del dia, los que en pocas horas
pasaran a ser caballeros y damas de la blanca milicia de Cristo, empiezan a
ponerse un poco nerviosos. Comienzan la vela de armas, todo se desarrolla sin problemas.
Algún que otro nervio. El estrés de lo no vivido, los caballeros y damas que se
han de investir velaran sus hábitos y espadas, serán dignos de pertenecer a la Orden.
Llega el momento de concluir la vela bien entrada la madrugada. Los caballeros
hemos velado con ellos de forma activa y pasiva y nos sentimos satisfechos. Los
postulantes encantados y reafirmados en su voluntad y decisión de pertenecer al
Temple, y a esta gran familia.
Llega el alba, se pasa a la siguiente
ceremonia, la ceremonia privada. Apenas hemos dormido pero estamos cargados de
energía. Aún nos queda mucho que vivir y compartir espiritualmente con nuestros
Herman@s. Y todos juntos, sumamos nunca restamos, es estupendo trabajar así,
codo con codo con mis Herman@s.
Termina el acto. La sensación de colaboración entre todos en
trabajar hacia la misma dirección hace que salgamos de la ceremonia satisfechos,
el trabajo bien realizado por personas que aunque no se habían visto hasta hace
unas cuantas horas atrás, han sabido hacer correctamente su que hacer en las diferentes ceremonias, porque lo hacemos todos para la
mayor gloria de Dios.
Se reponen las
fuerzas, aún nos queda la investidura pública a los que ya, puedo considerar
mis hermanos. Llega el sacerdote. Comenzamos la eucaristía y pasamos a
reconocer públicamente a nuestros nuevos Herman@s. Sin duda el momento más
esperado de todos, no solo porque es compartido con la familia.
El momento en que el Gran Maestre nombra caballeros y damas
de la Orden del Temple a los que fueron postulantes, es la culminación de un
proceso y el despertar a una nueva realidad, nos une la Orden y ha cambiado nuestras vidas. Somos una gran
Familia. Vivencias o sentimientos que se salen de lo común. Me he sentido lleno por la emoción de ver y estar al lado de mis
Herman@s de armas. De felicidad y orgullo. Para mayor gloria de Dios.
Ha concluido la ceremonia, todos nos abrazamos y felicitamos
por la alegría que nos embarga, es la hora de las fotos y los recuerdos. Llega
la hora de la comida, disfrutamos de una comida de hermandad con la
tranquilidad que da el trabajo bien
hecho. Las anécdotas, llenan la sala en
la que nos reunimos a comer, una Gran Hermandad.
Ya terminada la comida pasamos al capítulo, tenemos que
hablar aun de muchas cosas y escuchar el discurso del Gran Maestre, que como
siempre supera las expectativas de todos y nos llena de fuerzas para seguir avanzando y lograr nuestros
objetivos.
Llega la hora de la despedida, es un hasta luego, nunca un
adiós, por lo que sabemos que nos
volveremos a ver, seguramente en la próxima investidura, sabemos que nos veremos tarde o temprano. Un FTAT.
NON NOBIS DOMIINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM