Tras la conquista de Mallorca, los primeros frailes
franciscanos llegaron a la Isla. En un
primer momento, el rey les cedió un huerto del cual sólo sabemos que había
pertenecido a Abo-Abdille Aben-Azac. En 1238, recibieron una casa denominada la
"Jabonería de los moros", cerca de la Puerta del Esvaïdor. Se trata
del antiguo solar dónde luego se construiría el convento de Santa Margarita, en
la calle de San Miguel. En 1244 fue bendecida la iglesia, que debió ser más
sencilla que la que hoy se conserva.De todas formas, este convento sólo fue
ocupado unos treinta y dos años por los frailes, pues sus instalaciones
debieron quedar pequeñas tras la llegada
constante de nuevas vocaciones. Es por ello que después de una serie de
permutas inmobiliarias y el decisivo apoyo de Jaime II, se trasladaron a un
solar situado cerca del Castillo del Temple, es decir, el actual convento de
San Francisco.
En 1279 los
franciscanos se instalaban en el nuevo edificio. Trasladaron consigo incluso
las sepulturas del antiguo convento. En todas las crónicas aparece la fecha de
1281 como el año en que el rey y el obispo de Mallorca colocaron la primera
piedra de la nueva iglesia, la actual. La ceremonia debió de ser solemne, con
la asistencia de la jerarquía eclesiástica, las principales Casas del Reino, y
seguida también por el resto de la gente. En los años siguientes la actividad
constructiva debió ser muy intensa centrándose al mismo tiempo en la nueva iglesia, el claustro y las dependencias
domésticas del convento. En 1317, se empezaron a celebrar misas con la iglesia todavía en construcción, al
mismo tiempo que el ala del claustro adosada al templo estaba ya finalizada.
El aspecto que presentó la iglesia una vez finalizada 1340
distaba mucho del que presenta en la actualidad. Se trataba de una fábrica
mucho más sencilla y austera que la actual. Respondía a los criterios de las
Constituciones de Narbona aprobadas en
época de san Buenaventura, entre los que se prohibían las cubiertas de bóveda y
los campanarios en forma de torre. La de Palma, era una iglesia con cubierta de
madera a dos vertientes, con una espadaña y una fachada mucho más simple que la
actual. En cambio, originariamente, la nave era unos seis metros más larga que
la de hoy.
El interior también
era muy distinto. El coro se situaba a los pies del templo, en el portal
principal y en el ábside se podía contemplar la magnitud del presbiterio, coronado
con doble hilera de vitrales, fatalmente mutilado en el siglo XVII, tras la
colocación del retablo mayor y el coro. Por otro lado, el claustro, joya de
nuestro patrimonio, paraíso de la heráldica medieval, es la parte del convento que mejor ha conservado
su aspecto genuino. Las armas del rey y del Reino que blasonan algunas vigas
del claustro hacen pensar en el apoyo financiero de estas instituciones para su
construcción.
En el siglo XV se erigió el bello sepulcro de Ramón Llull.
Capitaneó el proyecto el prestigioso lulista Pere Joan Llobet quien realizó el
diseño. En la mitad inferior se exaltaba la doctrina universal de Llull. Se
debían realizar siete estatuas alegóricas de las siete artes liberales:
astrología, geometría, música, aritmética, retórica, lógica y gramática. En
1487, los jurados del Reino contrataron a Francesc Sagrera para que acabase el
sepulcro, concretamente el sarcófago y la parte alta del sepulcro.
Casi cien años después, en 1580, un relámpago destruyó la
fachada y sus dos capillas adyacentes. Fue entonces cuando se tomó la decisión
de partir en dos el ábside, con la intención de trasladar una parte de la bella
sillería gótica del coro al piso superior del presbiterio, desfigurando por
completo el espacio interior del templo. A finales del siglo XVII, el escultor
Francisco Herrera realizó el bello portal barroco de la nueva fachada, el cual
aparece presidido por la imagen de la Inmaculada Concepción. Flanquean a la
Virgen, Ramón Llull y Duns Escot, mientras que a sendos lados del portal se
representan a san Francisco y a santo Domingo. Remata el portal una escultura
de san Jorge matando al diablo. La presencia del santo caballeresco viene
motivada por ser el convento de San Francisco la sede de la cofradía de San
Jorge, institución que aglutinaba al estamento nobiliario de la Isla. Ya
entrado el siglo XVIII se levantó la alta torre del campanario, rematada con
esa cúpula de reminiscencias orientales. Estas son algunas de las vicisitudes
históricas que se han dado en la iglesia y claustro de San Francisco, joyas
arquitectónicas de nuestro antiguo Reino.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA GLORIAM