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domingo, 24 de julio de 2016

SIGNOS LITURGICOS

Hay cuatro clases de signos litúrgicos

1. Los que se relacionan con los Gestos y posturas del cuerpo.

2. Los que se refieren a los Elementos que se emplean en la Celebración (el pan, y el vino, las velas, la sal, el incienso, la ceniza...)

3. Los que surgen de los Lugares Sagrados (el templo, el altar, el ambón...)

4. Los que se derivan de las Personas que actúan en las celebraciones (el sacerdote, la asamblea, los ministros...)


¿Qué nos señalan los Gestos?

No podemos vivir sin gestos y actitudes corporales. Ellos expresan, provocan o dan realce a lo que pensamos y sentimos: el abrazo, el beso, el apretón de manos, las lágrimas, el grito de alegría, el silencio, el ponernos súbitamente de pie, aplaudir...y todos estos gestos surgen "naturalmente", al compás de nuestros pensamientos y emociones. ¡Cuántas veces los gestos "dicen" más que las palabras!

Somos así: espíritu y materia; cuerpo y alma formando una totalidad que se llama hombre. Este hombre real de "carne y hueso", participa y "crea" la liturgia.
Por eso, la liturgia contiene muchos gestos y actitudes con los que intentamos expresar exterior y corporalmente nuestros sentimientos hacia Dios.

Los gestos litúrgicos más importantes son los siguientes: la señal de la cruz; las unciones; la imposición de la ceniza; los ojos elevados al cielo; ciertos gestos relacionados con las manos: manos juntas y plegadas sobre el pecho; manos que se golpean el pecho; manos elevadas y extendidas; manos que dan y reciben la paz; manos dispuestas para recibir el Cuerpo del Señor.

La Iglesia insiste en la necesidad de renovar, actualizar, "entroncar" los gestos con cada cultura, para que las palabras y gestos sean más "significativos" para la mentalidad del hombre moderno e incluso para cada región y comunidad.

La liturgia consta de una parte inmutable por ser de institución divina (la fórmula de la consagración, y de otras partes sujetas a cambio, que pueden y aún, deben ir cambiando, como lo ilustra la historia de la Iglesia.

"Por esta razón, los textos y los ritos se han de ordenar de manera que expresen con mayor claridad las cosas santas que significan y, en lo posible, el pueblo cristiano pueda comprender fácilmente y participar en ellas por medio de una celebración plena, activa y comunitaria”.

La repetición constante de los ritos  realizados generalmente sin conocer su significado  produce un inevitable desgaste y llegan a "no decir nada". La tarea de renovación, nada fácil, reclama reflexión, creatividad, participación.

Mientras tanto es necesario conocer el significado de los gestos y ejecutarlos con espontaneidad y convicción, haciendo de ellos auténtica expresión de nuestros sentimientos religiosos.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA 
GLORIAM