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martes, 19 de julio de 2016

HUMILDAD

Todos soñamos con llegar alto, muy alto. Desde pequeños nos han enseñado que debemos "prepararnos" para el futuro y que debemos prepararnos bien, con buenos estudios, con una buena carrera para conseguir un buen trabajo y no quedarse atrás. Sin embargo, hoy enseñamos a trepar y no a prepararse, a estar por encima. Muy pocas veces enseñamos a estar por debajo, pero creciendo. La humildad, para muchos, ya no es un valor. Nos gusta hacernos notar y queremos estar por encima: yo, para mí, sobre todo lo mío... ¿y los demás?
La humildad no es no tener nada, "qué humilde es, mira dónde vive". La humildad no es no poder vestirse o faltarle a alguien lo necesario. Tampoco es ser un pobre "cuitado", tímido, que no habla y nunca dice nada, ser humilde no es sinónimo de "tonto" ni de persona introvertida. No confundamos los términos, ni humildad con falta de recursos, ni humildad con falta de personalidad.

Para ser humilde, debemos saber aceptar y aceptarnos. Aceptar nuestras limitaciones para luchar por superarse pero sin negar que tengamos limitaciones. Hay que saber decir hasta aquí he llegado, ahora debo seguir por este camino. Debemos saber aceptar lo que la vida nos presenta pero luchando, luchando no por apartar a otros, sino por compartir en la vida los fracasos y las victorias. Aceptarnos y aceptar a los demás, aceptar que no todo es fácil y hay que saber elegir, luchar y caminar.

Hoy que queremos mandar y mandar debemos también aprender a obedecer. Obedecer es respetar, es saber realizar aquello que me mandan con cariño y amor. Los hijos deben obedecer a sus padres, pero con amor no porque se lo mandan, las personas debemos obedecer las leyes justas que regulan nuestra sociedad y protegen los derechos humanos. Mentimos y no acatamos lo justo y pisoteamos los derechos de los demás. Ser humilde es obedecer y saber mandar.

Hoy lo que nos cuesta lo dejamos a un lado. Las dificultades no queremos tenerlas. Vamos pasando por la vida con el menor esfuerzo, además, decimos "no están los otros, que lo hagan ellos" o "para qué lo voy hacer si no sirve para nada”. Nos cuesta sacrificarnos. Humildad es sacrificarse, realizar aquello que nos cuesta y no nos gusta pero que sabemos que con ello hacemos un bien.

Nos cuesta entender que Dios se hace hombre. ¡Qué grandeza! Jesús acepta con humildad su misión, "se hace obediente hasta la cruz". En Jesús vemos las cualidades que hemos presentado de la humildad: Jesús acepta ser hombre, ser uno como nosotros y lo hace con todas las consecuencias: nace niño y crece en la sencillez de Nazaret Jesús obedece y su obediencia le lleva a la Cruz. Jesús se sacrifica su futuro como carpintero por la misión de evangelizar, Jesús sacrifica su divinidad por darnos su salvación. Jesús ama desde la humildad "que tu mano derecha no sepa lo que ha hecho la izquierda" "ora en lo escondido". Jesús se pone a lavar los pies a sus discípulos, tiene ese acto de amor humilde y generoso porque así coloca ante sus amigos un camino.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS SED NOMINI TUO DA
 GLORIAM